Opinión en La bú

La carta de Ónega a las listas de espera: "Acabáis de cambiar el hospital por la peluquería"

Buenas noches, listas de espera. ¿Por qué os escribo a vosotras?, se preguntará el propio director de ‘La Brújula’. Porque sois un pequeño reflejo de los cambios que se están produciendo en este país, aunque sean temporales.

Fernando Ónega

Madrid |

Hasta hoy hablábamos de vosotras y pensábamos en la Sanidad. Había otras, pero las esperas de turno en los hospitales eran oceánicas. “Me han dado hora para noviembre”, decía el que había pedido cita para consulta en el mes de marzo. Y los políticos os metían en sus programas electorales. Y acusaban al partido contrario de ser responsable. Y en los mítines el partido gobernante presumía de haber reducido las esperas y prometía reducirlas más.

Cada gobierno presumió de haberos rebajado tanto, que no sé cómo queda una sola lista de espera en España y sus autonomías. Pero ese tópico sanitario se ha caído en el día de hoy. Las listas de espera acabáis de cambiar el hospital por la peluquería. Eso sí que es una reconversión.

Es que escuché en la radio a un peluquero que aseguraba que cerca de un centenar de personas le habían pedido hora esta mañana, y la estaba dando a seis meses vista, medio año, es decir, para finales de octubre, cuando estén cayendo las hojas que ahora acaban de brotar y cuando empiecen a ser vino las uvas que ahora son pequeñitas como el coronavirus.

Y no os digo nada, listas de espera, cuando abran los restaurantes con aforo limitado: o dan comidas las 24 horas del día, o las esperas del ‘Bulli’ van a ser una anécdota. Es lo que tiene el confinamiento: que nos tiene a todos como embalsados y en cuanto abren la compuerta se produce la inundación.

No sabe el gobierno lo que hizo con encerrarnos: creó una España de gente ansiosa por salir, de mayores que quieren ser como los niños, de niños que quieren ser como los perros. Y de melenudos. Y de barbudos. Y de chicas y señoras que llevan casi dos meses sin darse las mechas.

De otras crisis hemos salido discutiendo si merecíamos una pasada por la izquierda o por la derecha. De esta salimos buscando urgentemente, ansiosamente, una pasada por la peluquería. Dejadme decirlo a la antigua: por una barbería.