Buenas noches, Madrid. ¿Quién te iba a decir que te verías metida en una guerra de impuestos, que alguien te llamaría paraíso fiscal, teniendo el aliento en la nuca de la Agencia Tributaria? ¿Quién te iba a decir que ibas a ser objeto de trueque en la negociación de los presupuestos del Estado? ¿Y quién te iba a decir que María Pita, Manuela Malasaña y Agustina de Aragón se iban a reencarnar en tu presidenta Isabel de Chamberí? Se ha puesto en jarras, no gritó "muerte al invasor" porque no se lleva. Pero sí levantó barricadas y dijo que será la pesadilla de quien sea que toque el bolsillo a los madrileños.
"Otra vez no", dicen que se oye en Moncloa, ahora que el presidente llevaba unas semanas de alto el fuego en la Puerta del Sol. Malasaña reencarnada, chulapa del pachula yo, se ha convertido en defensora de contribuyente del requiebro y del chotis. Es que te han cambiado el dicho, Madrid. Te lo cambio Rufián, que no dice de Madrid al cielo sino de Madrid al paraíso fiscal.
Es que están pasando fenómenos parasicológicos: gentes que cambian su domicilio de Cataluña a Madrid para pagar menos al fisco... esas cosas se saben, es que Madrid hizo uso de su potestad tributaria y tiene menos impuestos y el tramo autonómico también es menor. Eso provoca recelos. En vez de proponer que se bajen impuestos en Cataluña, piden que se suban en Madrid.
Hay Catalanes que en vez de igualarse al concierto y al cupo vasco quieren que los demás tengamos menos parné. Hay quien a lo de Madrid le llama dumping... y quien dice en Castellano competencia desleal. Rufián pidiendo la igualdad en las tierras de España: ¡quién lo iba a decir! Y parece que le han dicho que sí. Yo, como aquella reina camino del patíbulo, solo puedo decir: "Igualdad, igualdad, cuantas tropelías se cometen en tu nombre". Y esta en concreto, se va a cometer.