El 20 de abril de 2003, hace hoy 20 años, EEUU lanzó junto a una reducida coalición de países una de las mayores operaciones militares de la historia. Lo que se recuerda como la segunda guerra del Golfo (aunque en realidad fue la tercera) fue bautizada por el entonces presidente norteamericano, George Bush hijo, como “Irak Freedom”, Libertad para Irak. Enmarcada en la estrategia “Guerra Global contra el terrorismo”, puesta en marcha a raíz de los atentados de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono, Washington se lanzó a una invasión con argumentos que fracturaron la comunidad internacional.
La justificación de la guerra fue terminar con el régimen asesino de Sadam Hussein y acabar con unos supuestos programas de armas de destrucción masiva para evitar que cayeran en manos de los terroristas. Lo primero se consiguió con relativa facilidad dada la aplastante superioridad militar de EEUU pero lo segundo, las armas de destrucción masiva, nunca aparecieron. Esta gran mentira o, para los más entusiastas de aquella guerra, este enorme fallo de los servicios de inteligencia confirmó el carácter ilegal de una intervención militar que muchos denunciaron antes de producirse.
Si a esto sumamos la desastrosa gestión de lo que luego fue la ocupación, la implosión de Irak en una sangrienta guerra civil y el resurgimiento del terrorismo personificado en Estado Islámico, la conclusión mayoritaria es que aquella aventura militar fue un absoluto error con terribles consecuencias, especialmente para los iraquíes.
España tuvo en todo aquel desastre un papel protagonista. Aunque no formamos parte de la coalición militar que ejecutó la invasión, el gobierno de José María Aznar formó parte del núcleo duro que apoyó a Bush.
Para la historia ha quedado la imborrable foto de las Azores con el entonces Presidente español junto al mandatario norteamericano, el Primer Ministro británico Tony Blair y el portugués Durao Barroso. Hoy queremos repasar lo que ocurrió hace 20 años y sus consecuencias.