LAS CLAVES DE LA BRÚJULA

El ambigú: El apartamento

David Mejía y Rafa Latorre reflexionan sobre la película de Billy Wilder.

ondacero.es

Madrid |

El ambigú: El apartamento | Foto: Europa Press

El último Ambigú del año lo dedicamos a una película extrañamente navideña como es Eyes Wide Shut. Pues en el primer Ambigú de 2025 vamos a incidir en el tema. Vamos a hablar de otra película, que también es heterodoxa como película Navideña, aunque por motivos muy distintos a EWS.

Hablemos de El apartamento, una de las obras maestras de Billy Wilder. Una película que no sólo transcurre durante las fiestas navideñas, sino que termina un día de fin de año.

Jack Lemmon interpreta a C.C. Baxter, un hombre de mediana edad que trabaja para una compañía de seguros. Soltero y solitario. La ironía es que ni siquiera puede disfrutar del privilegio de irse a casa, porque su apartamento suele estar ocupado por algún ejecutivo de la empresa. Baxter es el casero de los encuentros extramatrimoniales de sus jefes.

Una idea brillante: tras ver la primera película de David Lean, Breve encuentro, sobre una aventura adúltera llevada a cabo en el apartamento de un tercero, Wilder garabateó esta idea en su cuaderno: «¿Y qué pasa con el pobre pringado que tiene que meterse en la cama aún caliente de los amantes?».

Uno de los primeros planos de la película muestra a Baxter como una pieza más de una cadena de asalariados, trabajando en una sala donde los escritorios se alinean en filas perfectamente paralelas hasta el horizonte. Este plano es un guiño a la película muda de King Vidor «The Crowd» (1928), que también trata de un empleado sin rostro en una corporación sin alma.

Baxter no tiene novia y, al parecer, tampoco familia. Los ejecutivos que usan su apartamento le dan palmaditas en la espalda, mientras él sueña con un trabajo mejor y un despacho propio.

Un día se atreve a invitar a salir a una de las ascensoristas, la Srta. Kubelik (Shirley MacLaine), pero ella le deja plantado en el último momento… Ella tiene una historia con el gran jefe, el Sr. Sheldrake (Fred MacMurray), que le promete que se divorciará de su mujer y sabemos que nunca lo hará. Pero Baxter no lo sabe. Lo descubre en otra escena magistral (el espejo). E insisto: todo esto ocurre en Navidad.

Hay un melancólico abismo durante las Navidades entre los que tienen dónde ir y los que no. «El apartamento» es tan conmovedora en parte por esa razón soterrada: transcurre en los momentos más sensibles del año: días cortos, noches frías, cuando después de la fiesta de la oficina unos vuelven a casa con sus familias y otros al apartamentos donde ni siquiera se han molestado en poner un árbol. Y algunos, como Baxter, ni siquiera pueden volver a su apartamento.

La película está fotografiada en pantalla panorámica en blanco y negro. El blanco y negro atenúa cualquier alegría que pudiera desbordar la decoración de las fiestas navideñas, los bares y los restaurantes donde las fiestas están en pleno apogeo. Y la pantalla panorámica acentúa el espacio que separa a los personajes, o los rodea de vacío.

¿Por qué volver a El apartamento? La unión de Baxter y Kubelik es la celebración de los inadaptados románticos de todo el mundo.

Y entonces llega la última conversación de la última escena, cuando Baxter le profesa su amor a Kubelik y, con juguetona indiferencia, ella saca una baraja de cartas y le dice “Calla y reparte”.