LAS CLAVES DE LA BRÚJULA

El ambigú: "Una buena voz es una herramienta casi tan valiosa como la belleza física"

Espacio de culturilla y espiritismo con alguna excusa de actualidad.

ondacero.es

Madrid | 20.09.2024 20:07

Quiero empezar por recordarles a nuestros oyentes que ‘El Ambigú’ es una sección que no tiene ningún sentido, y ese es el secreto de su incontestable éxito. Aquí se habla de todo, cultura y espiritismo, con alguna excusa, casi siempre peregrina de actualidad. Por ejemplo: hoy es 20 de septiembre de 2024. ¿Sabes qué ocurrió hace exactamente 100 años?

Hoy no vamos a conmemorar ninguna efeméride, hoy vamos hablar, así a lo loco, de la voz.

Suena en el estudio la música de La Guerra de las Galaxias, concretamente la música de los malos Elijo porque hace unos días murió el actor James Earl Jones, una de las voces más majestuosas y reconocibles que ha dado Hollywood. Y su contribución más célebre es haber dado voz a uno de los villanos más carismáticos de la historia del cine.

La grabó en dos horas: esa voz está tan arraigada en nuestra cultura que imaginar el poco tiempo que llevó el trabajo real es casi cómico. Y te diría que su otro personaje más reconocido es este.

En España, a estos dos personajes, los dobló el gran Constantino Romero. Una voz magnífica, y gran intérprete, que no debe distraernos del hecho de que, por nuestra arraigada tradición de doblarlo todo, nos perdemos muchas voces: Morgan Freeman, Jack Nicholson, Russel Crowe, Scarlet Johansson, Jeremy Irons.

Pero James Earl Jones no fue solo una voz, actúo en muchas películas: tiene un papel en Teléfono Rojo, de Stanley Kubrick, es el malo de Conan el Bárbaro, cosa que casi nadie recuerda, protagonizó La gran esperanza de blanca y es coprotagonista, junto a Kevin Costner, de Campo de sueños…. No fue sólo una voz, pero fue sobre todo una voz. Y por eso, quiero aprovechar la excusa para hablar de la voz.

Recuerdo que hace un tiempo nuestro Rafa Latorre me dijo que, en contra de lo que suele creerse, acostumbrados a los Alsina, Del Olmo, Gabilondo, Herrera… quepara triunfar en la radio no era necesario tener una voz privilegiada. Tenías en mente a José María García, pero podríamos poner otros ejemplos, de voces ‘normales’ que han tenido gran éxito en la radio. Sin embargo, aunque la buena voz no sea un requisito indispensable para triunfar en la radio, sí es una virtud en la vida en general. ¿No crees?

Se habla mucho, y hay estudios académicos al respecto, de lo mucho que ayuda en la vida ser atractivo físicamente -es una de las fuentes de desigualdad más difíciles de combatir-. Y yo sostengo que una buena voz es una herramienta casi tan valiosa, en el trabajo y en la vida, como la belleza física.

Janah Ganesh, columnista del FT a quien Boris Johnson le caía bastante antipático, explicaba su atractivo por su voz: “Su voz es hermosa. No me refiero a su acento. No me refiero a su elección de las palabras o a la disposición: lo que se llama «elocuencia». Me refiero a su voz. Profunda y con textura, ronca sin llegar a la sibilancia, puedo ver (u oír) por qué la gente quiere estar cerca de ella. Y por qué los malditos con un chirrido o un murmullo van por la vida cojos”.

Hablamos poco del privilegio de la voz: en casi cualquier ámbito -empresarial, electoral, romántico-, los que tienen buen timbre y tono tienen una ventaja monstruosa. ¿No crees?

¿Has escuchado a ese diputado de la asamblea de Madrid elogiando la belleza de Pedro Sánchez? Pues podemos imaginar un candidato presidencial feo (no hay que ir muy lejos imaginando), pero no uno con la voz de pito o histriónica. El propio Barak Obama… con ese mesianismo banal no sería tan seductor con otra voz. Yo recuerdo ver las ruedas de prensa de Quique Sánchez Flores o del Major Trapero con fascinación por la textura de sus voces.

Otra cosa interesante que pregunta Ganesh es cuánta de la histórica ventaja masculina en el trabajo se reduce al factor vocal: la autoridad del barítono. Hay un factor evolutivo: hay estudios que indican que las personas pueden evaluar con precisión la fuerza física de una persona basándose únicamente en su percepción del tono vocal. O por lo menos imaginarla. Por eso resulta intimidante. Y lo contrario. ¿No te ocurre que te impone menos, o nada, alguien con voz débil?

En cualquier caso, el Ambigú no es un espacio de biólogos evolutivos; la parte de ciencia se la dejamos a Juanjo de la Iglesia: aquí somos diletantes. Sobre todo en el sentido de la tercera acepción que da el diccionario de la RAE, y es mi preferida: «Que cultiva una actividad de manera superficial o esporádica». Hemos venido disfrutar. Y todo esto sirve para reivindicar la importancia de la voz. Por qué ciertas voces nos cautivan. Por qué nos conmueve más escuchar la voz grabada de quienes ya no están que observar sus fotografías. Por qué hay desconocidos cuya voz capta nuestra atención. Yo recuerdo, por ejemplo, reparar en la voz que tenía un taxista… También por qué algunas interpretaciones son exitosas. Por ejemplo, el Joker de Heath Ledger no habría sido lo que fue sin ese trabajo vocal. Dime, Azpiroz: ¿tú tienes voces preferidas?

Yo tengo debilidad por la voz de Jeremy Irons. De los actores españoles, me gusta mucho la voz de Javier Bardem. De José Coronado. Y de nuestros actores de doblaje, claro: Ramón Langa. Y de Constantino Romero, a quien le perdonamos haber doblado a Roger Moore. (Clint Eastwood, Terminator). Pero también a Sherlock Holmes en la película de Billy Wilder).

Otros: Ricardo Solans (De Niro, etc.), Graciela Molina (Natalie Portman), Pepe Mediavilla (Morgan Freeman).

El problema de algunas voces de doblaje es que son demasiado perfectas. Y el exceso de perfección tiene sus propios problemas. ¿No crees?

Bueno, me marcho. Nos vemos en el próximo Ambigú.

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