Cuando comenzó la pandemia, todos tuvimos que meternos en casa y acostumbrarnos a hacerlo todo a través de internet. Todo lo que tenía que ver con nuestros estudios, con nuestro trabajo, con nuestras compras… y, claro está, con la Administración. De repente, nos tuvimos que hacer unos expertos en videollamadas (que a veces no salían como hubiéramos querido). Pero, vamos, que todo parecía algo puntual y que, tarde o temprano, volveríamos a hacer todo como antes.
Hemos vuelto a las clases, hemos vuelto al trabajo pero ¿Qué ha ocurrido con la Administración? Que no ha vuelto. Al menos, como antes.
Hablamos de todo tipo de gestiones que tenemos que hacer ante el ayuntamiento, nuestra comunidad, el gobierno central… Intentas hablar por teléfono, pero no contestan. Hay que pedir cita, pero no se abren las agendas. Y, cuando se abren, desaparecen las citas en cuestión de minutos.
Intentas ir por la vía telemática y, claro está, necesitas acreditar que el que hace la gestión eres tú: vamos, necesitas un certificado digital. Pero para conseguir el certificado digital, tienes que ir físicamente a un organismo público para que te lo den. Y, ahí volvemos al principio, no hay citas.
Y pone un ejemplo: esto es lo que le han pedido a María José (una oyente de este programa) para solicitar una cita para solicitar un Certificado Digital en una oficina de la Seguridad Social. O ya el certificado, no lo tiene claro.
El caso de Fernando, es otro. Ya tiene el famoso certificado digital pero su problema es que cuando hizo su declaración de la renta. Se equivocó de casilla, no supo diferenciar entre dos conceptos que, para él, eran casi el mismo. Ahora tiene que pagar 200 euros de multa. Que ya le ha llegado.
Todo esto, hablamos de personas que:
- Tienen ordenador
- Tienen internet
- Tienen conocimientos para manejarse por la red.
Pero ¿Qué ocurre con los que no tienen ninguna de esas cosas? Que la brecha digital se convierte en una muralla burocrática infranqueable. Y de eso se aprovechan las mafias.