No se celebraba desde el año 2015 una reunión de alto nivel entre Marruecos y España, cuya edición número 22 ha arrancado hoy en Rabat. En realidad la cita forma parte de la hoja de ruta de la nueva etapa que España y Marruecos acordaron, y que quedó reflejada en el documento del 7 de abril que firmaron Pedro Sánchez, y Mohamed VI. "Hoja de ruta", sí, porque las relaciones estaban tan mal con nuestro vecino que hacía falta una "hoja de ruta" para recomponerlas.
No empezó la cosa bien, cuando al poco de tomar posesión Pedro Sánchez hizo su primer viaje a Portugal y no a Marruecos como venía siendo una tradición. Las relaciones prácticamente fueran nulas tras la decisión (abril de 2021) de acoger en España al líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, para ser atendido en un hospital de Logroño, aquejado de coronavirus. Fue la gota que colmó el vaso del Gobierno marroquí.
Fue en Julio cuando dimitió la ministra de exteriores Arancha González Laya, aunque para entonces ya había tenido lugar el suceso más grave ocurrido en la frontera, cuando se produjo la tragedia del asalto a la valla de Melilla, con un balance de decenas de fallecidos entre los más de 1.500 jóvenes subsaharianos que lo protagonizaron.
"Las relaciones de vecindad entre España y Marruecos, pues siempre han tenido etapas y fases, casi más relaciones en forma de dientes de sierra, con etapas de cooperación y de buen entendimiento y de resolución de las tensiones mediante el diálogo. Y luego también etapas de crisis que se han podido agudizar más o menos, que han llevado, pues, a decisiones unilaterales, gestos no amistosos, rotura de confianza, retirada de embajadores, etcétera", señala Haizam Amirah-Fernández, investigador del Real Instituto Elcano.
Pese al acercamiento siempre hay temas que van a enturbiar las relaciones: "Hay asuntos que están y seguirán estando ahí, que enturbian periódicamente la relación bilateral. Asuntos que tienen que ver con aspiraciones territoriales, con delimitación de aguas territoriales, con posiciones en conflicto, siendo el principal de ellos el conflicto del Sáhara Occidental".
"Cuanto más consenso haya dentro de un país que en España, entre las fuerzas políticas, fuerzas sociales, la opinión pública y más entendimiento de que es lo que se está haciendo, más fuerte será la posición negociadora y más en las decisiones que son complejas con Marruecos en asuntos que son de máxima importancia", explica el experto sobre la posición enfrentada en el Gobierno de coalición respecto a Marruecos-
Pese a las discrepancias considera que deben colaborar en la lucha contra el terrorismo yihadista: "esto es un interés recíproco y debería ser quedarse al margen de las disputas o de los las tensiones que puedan surgir en un momento dado entre los dos gobiernos".
"Lo que ocurrió en esa carta es que España decía que el Gobierno español tenía una solución preferida para el conflicto del Sáhara Occidental. Antes no había una solución preferida. Antes España decía que apoyaría cualquier solución que alcanzaran las partes, que se volcaría en el apoyo al apoyo a un acuerdo político. Al decir que el plan de autonomía que propone Marruecos, una de las partes enfrentadas y que rechaza el Frente Polisario, la otra parte, y que también rechaza Argelia, que es el principal país que apoya al Frente Polisario y a la causa de la autodeterminación saharaui. España, en este caso, sí que ha declarado que tiene una solución preferida, que es la de una de las partes, con lo cual se ha roto esa neutralidad y todos los actores magrebíes han entendido que España ha entrado en el juego de Marruecos, lo cual no es una posición en la que España se va a quedar mucho tiempo o durar mucho tiempo ahí. Porque no, no es bueno llevarse bien sólo con un vecino y mal con otro", finaliza.