Hoy vamos a hablar de unos animales pequeños y que creo que no han sido el centro del debate cuando se habla de conservación de la naturaleza: los insectos. A todo el mundo le suena el pájaro dodo, que extinguimos en el siglo XVII, pero a casi nadie le suena lapolilla gigante de Kona o el piojo del cóndor de California. Y es que en esto nuestras propias preferencias, las de los seres humanos, también son importantes: en los últimos 100 años nos hemos fijado mucho en los mamíferos, también en las aves, pero menos en nuestros vecinos de seis patas.
Pues porque los insectos están por todas partes. Conocemos más de un millón de especies de insectos, y el resto de animales juntos apenas suman medio millón. Eso quiere decir que hay un insecto para cada pequeña pieza de cada ecosistema: expertos en vivir debajo de las piedras, expertos en vivir en las hojas… y eso los hace muy vulnerables. Por decirlo un poco a lo bruto, no hace falta que nos carguemos todo un ecosistema para extinguir a un insecto; basta con que nos carguemos el pequeño trocito en que ese insecto vive. Un buen ejemplo de esto es uno de los que he dicho antes: el piojo del cóndor de California.
El cóndor aún sigue vivo, pero en los años 80 casi se extingue; en 1987 el gobierno estadounidense decidió capturar a todos los ejemplares que quedaban en libertad, que eran 27. Durante cuatro años, el cóndor de California estuvo oficialmente extinto en forma salvaje: solo quedaban ejemplares en zoos. En ese intervalo se sometió a los 27 ejemplares a un proceso exhaustivo de desparasitación, ¿qué iban a hacer si no? Para cuando alguien se dio cuenta, en 1990, ya no quedaba un solo piojo. Se extinguió “por el bien del cóndor”, podríamos decir.
A día de hoy, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, que es el organismo que lleva la cuenta de estas cosas, cita 58 especies como extintas, 93 como “posiblemente extintas” y 1 como extinta en forma salvaje (el grillo de O’ahu). Y el problema es que estos números son muy difíciles de creer.
Pues porque, en comparación, hay 164 especies de aves extintas y 264 de caracoles. Y pensando en lo que decía antes, que los insectos son muy abundantes y están por todas partes, lo normal debería ser que hubiera más especies de insectos extintas, no menos. Está claro que lo que ha pasado es que se nos están extinguiendo especies que ni siquiera estamos mirando. Como el piojo del cóndor, que se nos extinguió mientras no mirábamos.
Por fortuna sí. Llevamos unos 20 años más concienciados por la situación de los insectos, sobre todo porque los problemas se han empezado a notar en algunas especies icónicas, como la abeja de la miel o la mariposa monarca. Siendo realistas, no es posible tener controlado cada pequeño insecto de un valle de Nueva Guinea, pero sí podemos, al menos, controlar las especies que tenemos más a mano y esperar que eso nos dé, al menos, un indicador de lo que les está pasando a los insectos en general. A ver si adivinas qué insectos son los más monitorizados. Aparte de la abeja, que esa tiene un estatus especial porque es un animal doméstico.
Las mariposas
Efectivamente, los mosquitos están muy controlados porque representan un peligro para la salud, pero están tan ligados a nosotros que no son un buen indicador. Los insectos salvajes más observados son las mariposas. Porque hay muchísimos grupos de aficionados que salen al campo a observar mariposas y eso quiere decir que tenemos un estupendo registro de dónde se ha avistado cada especie de mariposa, al menos en los países desarrollados. Hace precisamente una semana se ha publicado en Science un macroestudio que recoge datos de más de 76.000 campañas de avistamiento de mariposas en los Estados Unidos, y eso les ha permitido analizar 342 especies en lo que llevamos de siglo XXI.
Pues es bastante claro: las mariposas están en declive en EEUU. Entre el año 2000 y 2020 el número de avistamientos se ha reducido en un 22%. Los datos son diferentes para cada especie, así que hay algunas que han aumentado y otras que han disminuido, pero para que veas la diferencia: el 33% de las especies están en claro declive, y solo el 3% están en claro ascenso. Hay 107 especies que han bajado en más de un 50%; de ellas, 22 han bajado en más de un 90%.
En este momento no tenemos pruebas concluyentes en favor de una sola causa, y lo más probable es que a algunas especies les afecte más una cosa y a otras, otra. Los sospechosos habituales siempre son los mismos: los pesticidas, la destrucción del hábitat y también el cambio climático. Tenemos datos preliminares tanto de Europa como de América que apuntan a que algunas especies de insectos están moviéndose hacia el norte, colonizando regiones que antes eran demasiado frías. Pero esto aún no es ciencia asentada.