Kosovo ese estado con reconocimiento internacional limitado donde hace unos días se produjeron más de 80 heridos en los disturbios más graves desde hace años. Ocurre que los serbios del norte de Kosovo, donde esa comunidad es mayoría, se niegan a aceptar la autoridad de los alcaldes de cuatro municipios. Alcaldes de etnia albanesa, que fueron elegidos en abril en unos comicios boicoteados por los serbios.
¿Y de dónde viene todo este "follón”? Pues hay que remontarse 15 años atrás, cuando Kosovo logró su independencia unilateral de Serbia, durante la disolución de la antigua Yugoslavia. Desde entonces, Serbia nunca ha reconocido la soberanía de Kosovo, de hecho la sigue considerando como parte de su territorio. A ello hay que añadir que los serbios de Kosovo dicen sentirse discriminados por el Gobierno central, y exigen que se les conceda cierto nivel de autonomía, algo que se acordó en 2013, pero que las autoridades kosovares no aplican argumentando que atentaría contra la integridad del país.
Así que, desde entonces, Kosovo, un territorio de menos de 11 mil kilómetros cuadrados, se mantiene como una herida abierta en el seno de los Balcanes que, de cuando en cuando, amenaza con desestabilizar todo un continente, el europeo.
Miguel Roan, cofundador y director del portal "Balcanismos", una plataforma para el conocimiento, divulgación y formación sobre la región balcánica. Además es consultor especializado en los Balcanes y autor del libro Belgrado Brut. Crónica íntima de la ciudad blanca.
Roan asegura que el conflicto está "congelado", pero que nos encontramos en la fase de mayor tensión étnica desde la declaración de independencia de Kosovo en 2008. El autor de Belgrado Brut no cree que pueda escalar a una guerra. Sin embargo, comenta que basta un pequeño incidente entre un serbio y un albanés para que se lleve a los medios y que se utilizan "narrativas propias de los años 90".
