Con frecuencia hemos escuchado en este espacio de psicología que es fácil manipular emocionalmente a las personas. Este es un tema muy delicado, pero de permanente actualidad, y no nos referimos únicamente a la manipulación que pueden sufrir niños o adolescentes, nos referimos también a la manipulación que numerosos adultos pueden experimentar, sin ser conscientes de ello.
Entre los principales recursos que podemos desarrollar contra la manipulación, destaca nuestra capacidad de reflexión. Hoy vamos a centrarnos en esa manipulación que podemos ver en los demás, pero que nos resulta difícil admitir en nosotros mismos.
La manipulación emocional es mucho más fácil de lo que pensamos. "Con frecuencia no somos conscientes de nuestros pensamientos, que se suceden unos tras otros, muchos de ellos no obedecen a nuestra voluntad. Se introducen en nuestra mente, a través de nuestras preocupaciones o de los estímulos que vienen del exterior".
"Tenemos que aprender a reflexionar, porque lo contrario puede inducirnos a errores tan importantes como dejarnos colar opiniones ajenas, en la creencia de que pertenecen a pensamientos propios. Desde el exterior, otras personas pueden manejar nuestras emociones con más facilidad de la que pudiéramos pensar".
Si pensamos en la manipulación de los anunciantes, de los especialistas en marketing y ventas, "la gente se quedaría muy sorprendida. Cuando alguien llega a nuestras emociones, dejamos de analizar desde la lógica y perdemos totalmente la objetividad. Algunos políticos intentan activar nuestros sentimientos para que actuemos más desde la emoción que desde el razonamiento".
La reflexión es la principal defensa ante la manipulación, "es el mejor antídoto, porque la reflexión nos permite ser dueños de nuestras emociones y es una de las principales fuentes de acceso al conocimiento". Es nuestro medio natural para aprender, para ayudarnos en los momentos de incertidumbre, para despejar nuestras dudas y encontrar soluciones a nuestros problemas. La reflexión favorece nuestra libertad de actuación, "nos acerca al nivel máximo al que podemos llegar como personas y nos permite corregir errores, facilitar las decisiones y los comportamientos, que serán vitales en nuestra vida, y que nos harán crecer con cada experiencia".
¿Cómo se distingue a las personas poco reflexivas?
Según la psicóloga, estas personas tienden a ser impulsivas en sus conductas, son poco objetivas en sus análisis, no controlan adecuadamente sus emociones, les cuesta madurar y no aprenden de sus experiencias. Además "son poco fiables para las personas de su entorno, sus comportamientos resultan muy imprevisibles, su visión y su actuación es a muy corto plazo y, con frecuencia, reaccionan de forma primaria y poco racional ante los fracasos". Son personas poco flexibles en sus planteamientos, les cuesta escuchar de forma activa y son más reactivas que proactivas. "La relación con ellas no resultará sencilla", ha afirmado.
¿Qué pasos hay que dar para reflexionar bien?
Se puede aprender a reflexionar. Lo ideal sería dejar 30 minutos al día para hacerlo. Los pasos que podemos seguir son:
Durante la primera semana, apuntaremos en una hoja los pensamientos cada vez que estemos disgustados o especialmente felices.
A continuación, apuntaremos el contexto donde se producen esos pensamientos, en qué sitio, a qué hora, qué estamos haciendo o con quién estamos en esos momentos.
Y, después, reflexionaremos sobre el estado emocional que tenemos, ¿nos sentimos felices, tristes, desgraciados, animados o preocupados?
Pasada una semana, analizaremos qué coincidencias se producen cada vez que nos sentimos bien, o si tiende a ser en el mismo sitio, ¿en parecidas circunstancias, se repiten los pensamientos?
Posteriormente, observaremos si cuando nos sentimos mal, actuamos casi siempre de forma impulsiva y reflexionaremos sobre cómo debemos actuar cuando nos sentimos mal y cómo podemos incrementar las situaciones en las que nos sentimos bien.
¿Qué estamos pensando cada vez que nos encontramos bien? ¿Podemos pensarlo en más ocasiones?
A partir de ahí, elegiremos el momento ideal, por la mañana, por la tarde o por la noche, según cada uno. Una buena opción es pensar y reflexionar cuando caminamos porque, de esta forma, habremos introducido dos hábitos saludables en nuestra vida.
El ejercicio físico moderado ayuda a reflexionar, y cuando estamos caminando, es más fácil tomar distancia de los problemas.
¿Cuáles son las principales ventajas que presentan las personas reflexivas?
"Estas personas aprenden de cualquier acontecimiento, propio o ajeno, y realizan sus análisis más desde la razón y la lógica, y no desde el impulso o la racionalidad. Además, tienden a conservar la calma en medio de las dificultades, controlan mejor sus emociones negativas y saben cómo favorecer las positivas". También se anticipan a los hechos, son proactivas, planifican sus objetivos y dirigen sus esfuerzos a conseguirlos.
"Les resulta más sencillo superar las dificultades, infunden seguridad y tiene más confianza en sí mismas. Conocen sus puntos fuertes y débiles, resultan estimulantes para las personas que están alrededor. Son dueñas de sus emociones y de sus pensamientos y, con ello, resultan difícilmente manipulables por los demás".
"Vivir sin reflexionar, es vivir sin aprender. Es correr el riesgo de que otras personas se apoderen de nuestras emociones y de nuestros sentimientos, y esa es una tragedia que no nos podemos permitir".