Comenzamos como siempre con un dato. Hace unos días el semanario The Economist se hacía eco de un estudio de la prestigiosa revista médica Journal of the Royal Society of Medicine en el que se estimaba que en 2022 se habían encontrado unos 9.000 cuerpos en avanzado estado de descomposición en Gran Bretaña. Todo apunta a que se trataba de personas que habían fallecido en casa solas y no fueron encontradas durante un buen período de tiempo.
Natalia Hernández nos recuerda que, lamentablemente, el hecho no es aislado porque la soledad y el aislamiento tienen consecuencias trágicas en otros muchos lugares del mundo, también en España. Mucha gente se escandaliza de que alguien pueda yacer muerto en su casa durante días, semanas o incluso más tiempo sin que nadie dé la voz de alarma. Pero, sea sincero ¿conoce a las personas que viven en su edificio? ¿ha charlado alguna vez con sus vecinos? ¿sabe cómo se llaman o dónde trabajan? Y, lo más importante, ¿los echaría de menos si dejara de verlos durante meses? La realidad es que en la era de la conectividad cada vez son más las personas, desde jóvenes a mayores… que se sienten solas.
La carencia de compañía cuando es no deseada, cuando no se tiene a alguien por mucho que se necesite, es una fuente de sufrimiento con unas implicaciones en la salud que se han vuelto más claras con el tiempo. En 1938, un grupo de investigadores de Harvard inició un proyecto para rastrear las vidas de un grupo de jóvenes en Boston. Su idea era seguir el desarrollo de un grupo de adolescentes a través de entrevistas y controles médicos periódicos para ver cómo evolucionaba su salud y bienestar a medida que crecían. Bien, el estudio es uno de los programas de investigación en ciencias sociales de mayor duración. Todavía está en marcha de hecho. Robert Waldinger, el actual director del proyecto resumía después de décadas analizando a sus pacientes lo que han aprendido con los años.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
Hoy, se estima que el riesgo de mortalidad en una persona que padece soledad equivale al riesgo del que fuma 15 cigarrillos al día o es alcohólico, y supera los riesgos para la salud asociados con la obesidad. Si miramos más allá de las pérdidas de bienestar, su impacto en términos tangibles nos da señales de lo alarmante de la situación. Por ejemplo, el coste asociado a la soledad en España supera los 14.000 millones de euros, por las pérdidas de productividad y por la suma de los gastos sanitarios (consultas médicas o consumo de fármacos) que acarrea. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? La respuesta es múltiple… pero sin duda pasa por el auge del individualismo de la sociedad, explica Hernández.
"Cada vez es más frecuente vivir solo. Y aunque esto no significa sentir la angustia de la soledad, sí que hace más difícil tejer conexiones sociales. El riesgo, sin duda, es mayor. Hoy en España hay cerca de cinco millones y medio de personas que viven solas, el 28% de todos los hogares, según los datos que ha publicado hoy el INE. Para ponerlo en perspectiva, la cifra supera a la de los hogares en los que hay tres o cuatro personas. Lejos quedan ya las familias numerosas donde vivían no sólo los hijos con sus padres, sino los abuelos, las tías o tíos solteros…".
La casa de Chencho con el abuelo, los padres, con 15 niños y el padrino siempre dispuesto, era en esa época más común en el campo donde los pequeños eran habitualmente una pieza fundamental para la supervivencia de la familia, pero esta película refleja la transformación de nuestra sociedad en cuanto a la estructura familiar. En 1970, poco más del 7% de la población vivía sin compañía, pero con la llegada de la democracia llega la sacudida. Con el proceso de desarrollo económico y de industrialización, la familia se encoge y la convivencia intergeneracional se pierde, afirma Hernández.
La natalidad bajo mínimos
"Además, los hombres y las mujeres -ambos integrados plenamente en el mercado laboral- ya no buscan solo satisfacer las necesidades alimentarias básicas de sus pequeños. Quieren una buena educación, cuidados y todo tipo de oportunidades. Y, la forma más accesible para conseguirlo es reduciendo el tamaño de la familia por lo que la natalidad desciende considerablemente. En el año 2023 se registró la cifra más baja de nacimientos desde el comienzo de la serie en 1941. La soledad se alimenta del nuevo uso del tiempo, el retraso en la edad del matrimonio o de las relaciones en pareja, las cargas de trabajo y las rupturas y divorcios".
Francisco Fernández Ordóñez, fue el ministro de Justicia de la UCD encargado de defender la ley del divorcio en 1981 en España. No fue sencillo por el rechazo descomunal de la jerarquía católica e incluso por la oposición de los democristianos. Fue declarado enemigo de la Iglesia y excluido de la procesión del Corpus de Toledo, tradicionalmente presidida por el responsable de esa cartera. Al final, salió adelante. Un cóctel al que se le suma una población envejecida y una juventud socialmente desconectada.
Los jóvenes, los más afectados
El aumento de la esperanza de vida -80,4 años los hombres y 85,7 años las mujeres- es un motivo de felicidad pero provoca situaciones dramáticas en las que los más mayores viven solos por obligación, por ejemplo, cuando fallece uno de los cónyuges. El caso de los jóvenes es paradójico. "Los chavales de 16 a 24 años se sienten más solos que cualquier otro grupo de edad, incluidas las personas de 65 años o más. A pesar de estar hiperconectados, las interacciones digitales no reemplazan la necesidad de conectar a nivel emocional en el mundo físico". Unos efectos que se vieron agrandados por la pandemia.
La falta de actividades sociales y la incertidumbre sobre el futuro contribuyeron a esta sensación de aislamiento que se mantiene en muchos casos hoy día. La soledad es una realidad palpable en nuestra sociedad y es imperativo hablar de ella, desestigmatizarla y buscar soluciones colectivas, que las hay. Hernández nos recomienda que, para empezar, podríamos conocer a nuestros vecinos… "La radio, por su capacidad para contar historias es un recurso valioso para fomentar un sentido de pertenencia. Así que, hoy más que nunca, espero que los oyentes hayan pasado un buen rato".