Los gasoductos Nord Stream 1 y 2 nacieron como ejemplo de la cooperación y colaboración entre la Unión Europea y Rusia. A través del Mar Báltico conectan territorio ruso y alemán con más de 1200 Km de tuberías en cada uno de sus cuatro ramales. Desde su construcción, 2012 el primero y 2021 el segundo, se habían convertido en la principal vía de suministro de gas a toda Europa. Especialmente a Alemania que recibía el 40% del gas que consume.
Con la invasión rusa de Ucrania ahora los Nord Stream se han convertido en arma de guerra para el Kremlin. El número 2, listo para entrar en funcionamiento en cualquier momento, no ha llegado a estar operativo nunca. El 1 lo ha ido abriendo y cerrando a su antojo Vladimir Putin. De hecho, estaba prácticamente paralizado desde hace un mes con diferentes excusas.
Pero entre el 26 y el 29 de septiembre, la semana pasada, se detectaron 4 fugas en los gasoductos provocadas por otras tantas explosiones submarinas de origen desconocido que fueron registradas por estaciones sísmicas de Dinamarca, Suecia y Finlandia.
EEUU y la UE han acusado a Moscú del sabotaje de las tuberías pero Rusia ha hecho lo mismo con EEUU, Ucrania y Polonia. De momento todo son sospechas porque no hay pruebas de quién ha podido ser. El caso es que el gas ya ha dejado de salir desde el fondo del mar y ahora la duda es si los Nord Stream pueden volver a estar operativos o han quedado definitivamente fuera de juego.
Rafael Riquelme, experto en mercados energéticos de los Ingenieros Industriales de Madrid, explica que los gaseoductos son recuperables pero las obras "van a llevar mucho tiempo, mínimo 12 meses, y mucho dinero": "Primero hay que localizar las fugas, dimensionar los daños y tomar las medidas para saber que hacer específicamente en los cuatro ramales", señala.
