LAS CLAVES DE LA BRÚJULA

Pasemos un buen dato: "Un candidato no llega a la Casa Blanca sin tener muchos millones de dólares a su favor"

La sección "Pasemos un buen dato" con Natalia Hernández. Hoy hablamos sobre las elecciones en EEUU.

ondacero.es

Madrid | 13.06.2024 20:58

Hoy en "Pasemos un buen dato", hablamos de dinero y de política… De cómo los partidos en EE.UU. recaudan cientos de millones de dólares para financiar la campaña electoral de sus candidatos.

Y empezamos como siempre con un dato: 141 millones de dólares es lo que el equipo de Donald Trump ha recaudado en mayo para apoyar su candidatura a las elecciones que se celebrarán en noviembre. Para que nos entendamos, después de ser juzgado por realizar un pago a la actriz de cine porno Stormy Daniels para evitar que destapara detalles de un supuesto encuentro sexual entre ambos justo antes de las elecciones presidenciales de 2016, sus apoyos financieros han despegado, sobre todo entre los más ricos del planeta. El director ejecutivo de Blackstone, la firma de capital privado más grande del mundo, la familia Adelson, magnates de los Casinos, parece que Bill Ackman, un administrador de fondos de cobertura que anteriormente ha donado a los demócratas, se acerca al respaldo de Trump. E incluso, disfruta de relaciones cada vez más amistosas con Elon Musk.

Trump habrá sido condenado por 34 delitos graves pero, ¿Qué más da piensan algunos si está cerrando la brecha financiera que lo separa de Biden? Porque, sí el dinero, en este caso, importa. Un candidato no llega a ninguna parte en Estados Unidos y sobre todo no a la Casa Blanca, sin tener muchos millones de dólares a su favor.

La campaña electoral en Estados Unidos es un proceso largo y complejo que refleja la magnitud del país y la importancia de la democracia en su sistema político. Requiere una organización meticulosa, una estrategia de campaña bien planificada y mucho capital. Por lo general, los aspirantes recorren los 50 estados, lo que les obliga a tener una oficina en cada uno de ellos, deben pagar a los empleados que se encargan de organizar las visitas, además hay que alquilar los espacios para sus mítines, imprimir carteles, hacer pegatinas… y, pagar las costosas campañas publicitarias.

I like Ike, por cierto con banda sonora producida por los Estudios Disney, fue el primer spot electoral en llegar a la televisión y el slogan de campaña con el que Ike Eisenhower ganó las elecciones de 1952. Pero, su equipo de campaña no se quedó ahí sino que además gastó miles de dólares en los anuncios llamados “Eisenhower responde a Estados Unidos” donde ciudadanos de a pie le preguntaban al candidato diversos temas políticos como la inflación, la corrupción… o los impuestos.

El día de las elecciones, la campaña televisiva de Eisenhower había gastado hasta 2 millones de dólares (23 millones de dólares en la actualidad). Fíjate que ya en la América del siglo XVIII y principios del XIX, los candidatos ricos y con buenas conexiones financiaban sus propias campañas e intentaban convencer a sus compatriotas de todas las maneras posibles. El propio George Washington ofrecía whisky gratis para fomentar el voto, algo que hoy sería ilegal. Con el paso de los años el sistema de financiación se ha vuelto más sofisticado y garantista. Sin embargo, este ha sido uno de los asuntos históricamente más conflictivos de la historia política del país.

Elcaso Watergate destapó varias actividades ilegales promovidas por el gobierno de Richard Nixon. Los periodistas descubrieron que, además de espiar ilegalmente al Partido Demócrata, el gobierno republicano también había utilizado y recaudado de forma fraudulenta fondos para la campaña de reelección. Según el Washington Post, el presidente consiguió en 1972 hasta 20 millones de dólares (unos 110 millones de dólares actuales) y gran parte de ellos en forma de donaciones corporativas ilegales y entregas en efectivo sospechosas.

Esos excesos de la era Nixon marcaron el comienzo de una serie de restricciones sobre el uso del dinero en las campañas que incluso perduran hoy día. En la actualidad, cada ciudadano puede donar hasta 3.300 dólares a cada candidato. Pero, además, los partidos políticos recaudan fondos adicionales a través de Comités de Acción Política, los llamados PACs. Estos se encargan de canalizar las donaciones de empresas, sindicatos, asociaciones de profesionales para la campaña de un determinado candidato, eso sí con limitaciones. Y luego están los Super Pacs…

En este anuncio financiado por un Super Pac, echan mano de la principal debilidad de Biden, la edad, para inocular el miedo a que sea un presidente viable (o vivo) en la próxima legislatura. Este tipo de acciones de comunicación, así como muchas otras más en redes, radios o tabloides, lo pagan bolsillos independientes. Los Super Pacs pueden gastar todo lo que quieran de forma ilimitada y es la herramienta que usan los multimillonarios del país para orientar el sentido del voto ciudadano. Eso sí, no pueden donar directamente a candidatos o partidos, ni siquiera coordinarse con ellos. Son la madre del cordero porque gastan mucho y mucho. En ambos bandos, además. Por ejemplo, esta campaña de los seguidores de Biden contra Donald Tump en la que se usan testimonios de votantes para advertir sobre la reducción del acceso al aborto en un nuevo mandato de Trump, 25 millones de dólares.

I won't PAC Down, otro Super Pac pro Biden gastará otros 20 millones para vender un candidato octogenario a votantes menores de 30 años, típicamente desilusionados y difíciles de alcanzar. Han contratado escritores, directores y productores millennials y de la Generación Z para ayudar a crear contenido.

Y esto solo es el principio porque tras las nominaciones arranca la traca final de la campaña. Si en las elecciones de 2020 se batió un récord con un gasto de 5.700 millones de dólares, este año todo indica que se volverán a romper los registros. El monto recaudado únicamente por los candidatos actuales supera los 372 millones mientras que lo recaudado por grupos externos ha alcanzado los 293 millones. Donald Trump, ha empleado diversas estrategias para recortar la distancia económica que le separa de Biden.

Desde vender biblias a 60 dólares, zapatillas exclusivas “Never Surrender” por casi 400 dólares o perfume Victory con cabeza dorada de tapón, hasta el merchandising de sus tribulaciones legales, por ejemplo, cuando fue fichado en Georgia por múltiples cargos se apresuró a usar la foto de la ficha policial en tazas de café, camisetas y cromos digitales al estilo NFT. Además, ha intensificado los grandes eventos de recaudación, por ejemplo, con fondos de Silicon Valley y Nueva York, o la industria del petróleo en un intento por cortejar a los millonarios que lo abandonaron tras el asalto al Capitolio.

Y, ojo porque tiene aún un as en la manga para ser más competitivo: sus nuevas citas con la justicia animan la caja registradora. (Trump aún enfrenta una sentencia por fraude civil que amenaza sus negocios en Nueva York y tres casos penales). Veremos cómo estas dinámicas financieras influyen en el resultado final. Lo cierto es que aún resuena a través de los años la cita atribuida al senador republicano y estratega político, Mark Hanna “Hay dos cosas que son importantes en política. La primera es el dinero y no recuerdo cuál es la segunda".