Las vacaciones escolares suponen un difícil dilema para numerosas familias, ante la dificultad que experimentan de conciliar sus obligaciones laborales con el cuidado de sus hijos. Aunque a veces nos hemos planteado si los chicos no tienen demasiadas vacaciones, la realidad es que necesitan descansar. A estas alturas del año están agotados. Además, el calor tampoco ayuda.
Son muchos los interrogantes que se abren en estas fechas y cada vez son más las familias que tienen que enfrentarse a situaciones con frecuencia complicadas. Hoy vamos a tratar de abordar las principales dudas que nos pueden surgir con nuestra psicóloga María Jesús Álava Reyes.
¿Conviene que los niños estudien durante el verano?
"Los niños necesitan consolidar ciertos conocimientos, especialmente en la etapa de consolidación de la lecto-escritura no debemos parar este aprendizaje y, aunque estemos de vacaciones, los niños pequeños de hasta 9 ó 10 años deben seguir con la rutina de leer y escribir todos los días y afianzar conocimientos con el cálculo que les facilita su agilidad mental".
Con el resto de las edades "nos propondríamos que diariamente trabajen una hora, trabajando o leyendo, el contenido variará en función del contenido escolar que cada alumno haya tenido".
Si le ha ido bien durante el curso, "ellos elegirán los contenido de su lectura", y si les ha ido mal, "serán los profesores los que elegirán los contenidos que deben trabajar y los padres cuidarán que lo hagan, pero tres meses sin trabajar nada es contraproducente para la inmensa mayoría de los niños, por no decir para todos".
¿Qué pautas debemos seguir con los trabajos escolares durante el verano, y con las vacaciones en general?
Nuestra psicóloga recomienda "trabajar una hora al día, y lo mejor es hacerlo por la mañana, después de desayunar, que es cuando están más descansados y así tienen el resto del día libre para disfrutar tranquilamente. Esto es esencial porque si no, nos pasamos todo el día detrás de ellos. Después del desayuno, una horita y punto".
"Conviene, eso sí, que trabajen solos o con sus hermanos, pero sin la presencia de un adulto, aunque es importante que después supervisemos lo que han realizado y, durante el resto del día, seguiremos una serie de rutinas: horarios fijos para irse a la cama, para las comidas, para las actividades dentro y fuera de casa. Eso no quiere decir que en verano tengan que estar a las nueve de la noche en la cama, pero en función de las edades tampoco tiene ningún sentido que estén despiertos a las 12 de la noche".
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Dependiendo de la edad, de las características del niño y de la situación de los padres, pero en general, "para los niños que viven en grandes ciudades, a partir de los ocho años, los campamentos de verano son una buena opción. Es aconsejable que busquemos campamentos acordes a los gustos de nuestros hijos y con organizaciones que conozcamos y que nos ofrezcan confianza".
Otra posibilidad son los campamentos urbanos que ofrecen los colegios o entidades... "Y una buena opción son los abuelos, si estos gozan de buena salud y, además viven en un pueblo o están en la playa, los niños pueden pasar unos días o semanas con ellos y podría ser muy beneficioso".
"Fortalecer las relaciones de los niños con los abuelos es una de las mejores experiencias que pueden tener, salvo los típicos adolescentes muy conflictivos que están pasando una etapa difícil, ya que van a suponer un quebradero de cabeza para los abuelos porque ni siguen las normas, no hacen caso, mienten, no respetan un mínimo de límites... Aquí si que hay que tener cuidado porque no se trata de cargar a los abuelos con una situación conflictiva que no hemos sabido resolver".
¿Cómo podemos intensificar la relación con ellos?
La experta aconseja "reservar un espacio para hablar de lo que han sentido este curso, de lo que sienten ahora. En ocasiones, los niños necesitan tiempo para tomar distancia, y cuando están más relajados es cuando más nos pueden contar sus preocupaciones, y tenemos que aprovecharlo, tenemos también que intentar que las pantallas no lo ocupen todo".
Además, Álava considera necesario "procurar que se relacionen con otros niños y que jueguen al aire libre, que se puedan mover. Los efectos del deporte son muy beneficiosos a nivel cognitivo, social, emocional, también les ayuda a trabajar la tolerancia a la frustración".
"Hay que dejarles tiempo libre para que ellos se organicen, y permitir que se aburran. El aburrimiento tiene muchas cosas positivas: fomenta la creatividad en los niños, les ayuda a mejorar la tolerancia a la frustración, a perder el miedo a que estén solos, respetar sus horarios y fomentar actividades de investigación para que mantengan activo su afán por aprender".
Asimismo, asegura que "hay que compartir momentos de ocio, realizar actividades de juego, deportivas. Hay que estar atentos a las primeras señales de alarma: niños inseguros, con baja autoestima.. mostrándonos cercanos, pero nunca invasivos".
La reflexión final de nuestra experta
"Aprovechemos al máximo el tiempo que estemos con nuestros hijos durante las vacaciones y enseñar a los niños a ser más autónomos es enseñarles a creer en la vida, a disfrutar cada día, de cada momento, de cada experiencia, sabiendo que tienen nuestra confianza, que les valoramos por encima de todo y que, en las peores circunstancias, estaremos a su lado. Será precisamente ahí cuando más aprenden".