Nayib Bukele, el presidente de El Salvador, celebraba el pasado 5 de febrero su reelección para seguir al frente del país durante cinco años más. Lo hacía refiriéndose al régimen de excepción, del que hoy se cumplen dos años después de 24 prórrogas desde el pasado 27 de marzo de 2022.
Esa misma noche electoral en la que Bukele superó el 80% de los votos, el presidente salvadoreño aseguró que la tasa de homicidios en el país sería "aún más baja" en 2024. El país cerró 2023 con una tasa de 2,4 asesinatos por cada 100.000 habitantes, la más baja del continente americano, que encabeza Jamaica con 60,9.
Las autoridades salvadoreñas no tienen ninguna duda de que la bajada espectacular en los homicidios se atribuye al Plan de Control Territorial y a la suspensión de las garantías constitucionales durante el régimen de excepción, que ha dejado más de 78.000 detenciones.
Óscar Martínez, jefe de redacción del diario digital salvadoreño El Faro, comenta que la mayor parte de la población "ama" a Bukele y que "no hay manera de controvertirlo con datos". Explica que el presidente continúa con el Estado de excepción porque de esta manera puede "todas las medidas necesarias que quiera implementar están a su alcance" con toda la Asamblea Legislativa, la Policía y El Ejército de su lado.
Asegura que la reducción de los homicidios se debe al aumento de la popularidad de Bukele, la tortura que se ha sistematizado en las cárceles, el arresto de inocentes, la destrucción del Estado de Derecho y la posibilidad de que cualquier soldado o policía arreste a alguien.
Sostiene el periodista que el modelo de Bukele consiste en una concesión total del poder al líder, "de desmantelar una democracia". "Hay situaciones muy desesperantes en América Latina como la que nosotros tuvimos en El Salvador, un país que tuvo 106 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2015. La pregunta que si creen que la solución es darle todo el poder a un hombre y cuándo en Latinoamérica salió eso bien", sentencia puente.