Es una evidencia ya que gran parte nuestro país está en situación crítica por culpa de la sequía. Nos preguntamos hoy cuál sería, o debería ser, la mejor política del agua para nuestro país. Hace unos días se lo preguntaba el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, sobre la base de que, a falta de lluvias, no existe la solución perfecta.
Fijamos nuestra atención es una de esas medidas que mencionaba el presidente andaluz: las desaladoras. Las instalaciones que convierten el agua salada del mar en agua apta para el consumo humano, para usos industriales o para regadíos. En nuestro país hay 765 plantas desaladoras: 360 de agua de mar y 405 de agua salobre - aquella que tiene más sales disueltas que el agua dulce, pero menos que el agua del mar-. Permiten producir alrededor de 100 m³ de agua al día.
Las desaladoras separan la sal del agua mediante un proceso llamada ósmosis inversa, que requiere dar mucha presión al agua, para después remineralizarla y desinfectarla. Esta técnica necesita un alto consumo energético y un elevado coste de producción, además de coste ambientales. Aunque los avances tecnológicos han ido reduciendo estos costes notablemente.
Para conocer más sobre el futuro del agua en España y los procesos de las instalaciones desaladoras, nos acompaña hoy Daniel Prats, coordinador de proyectos y desarrollo del Instituto del Agua y de las Ciencias Ambientales de la Universidad de Alicante.