Israel ha entrado en 2023 con el gobierno más derechista de toda su historia. Benjamin Netanyahu (pendiente de un juicio por corrupción) vuelve al poder tras formar una coalición de 6 partidos entre los que se encuentran 2 de corte religioso ultraortodoxo y 3 de extrema derecha. Un ejecutivo que muchos israelíes consideran extremista en materia de educación o derechos LGTBI, cuestiones que han quedado plasmadas en el pacto de gobierno.
Una de las primeras polémicas la protagonizaba la semana pasada el Ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir , que hizo toda una declaración de intenciones al visitar lo que para los judíos es el “Monte del Templo” y para los musulmanes “la explanada de las mezquitas”, lugar sagrado para ambas confesiones.
El ministro ultraderechista aseguraba que no cederá ante las amenazas de Hamás y prometía mano de hierro. Cabe recordar que en diciembre del año 2000 el entonces líder del Likud Ariel Sharon visitó el mismo lugar y desató la segunda Intifada.
Este pasado fin de semana miles de israelíes se manifestaban en Tel Aviv contra las primeras decisiones del Gobierno, especialmente una polémica reforma de la justicia que quita poder al Tribunal Supremo en favor del Parlamento, cuando el propio Netanyahu está procesado.
Algunos dicen esto es el fin de el comienzo, el fin de la democracia en Israel, como se le conocía hasta ahora. Y otros dicen no es cierto en absoluto. Esto es tratar de devolver el equilibrio entre los poderes que la Suprema Corte erosionó ya desde hace años, al tomarse atribuciones que la ley no le había dado, según los expertos.
Ya han salido el sábado de noche aproximadamente 10.000 personas en una manifestación en Tel Aviv. Como siempre, en medio muchas polémicas y se ha hecho una democracia sumamente discutidora del lado de la oposición ante las críticas del actual oficialismo, o sea, del gobierno de de Netanyahu o de su coalición en la actual oposición, y ya han anunciado que las protestas no van a cesar y la gente sí continuará saliendo a las calles.
La situación de Netanyahu es complicada. Evidentemente es un juicio por sospecha de corrupción y eso ha dañado el sistema político y la discusión de fondo en Israel.
Se mantiene la coordinación de seguridad entre los aparatos de seguridad de la Autoridad Palestina y el Ejército israelí. Una coordinación de seguridad que es importante para Israel en el marco de su lucha contra los atentados. Y es quizás más importante todavía para el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, que, dicho sea de paso, acaba de comenzar esta semana su año número 19 en el poder, que debería durar cuatro años. Esa coordinación de seguridad muy importante para el presidente Abbas, porque si no tuviera esa coordinación, dicen la propios palestinos en dos días el grupo Hamás lo derriba. Así como derribó a la Autoridad Palestina el 2005 en la Franja de Gaza.