En diciembre del año 2000 el filósofo Fernando Savater subía a la tribuna del Parlamento Europeo en Estrasburgo para recoger en nombre de la plataforma ciudadana “Basta Ya” el Premio Sajarov a la libertad de conciencia.
“Basta Ya” había nacido tres años antes, en 1997, pocos meses después del asesinato del concejal Miguel Ángel Blanco a manos de ETA. Entre sus miembros estaban el propio Savater, Joseba Pagazaurtundua (asesinado en 2003), Mikel Azurmendi, María San Gil, Rosa Díez, Carlos Martínez Gorriarán, Agustín Ibarrola. Políticos de todo signo, sindicalistas, intelectuales, artistas. Esta organización civil nació con un triple objetivo:
1.- Condenar el terrorismo en todas sus formas
2.- Apoyar a las víctimas y defender el Estado de derecho, la Constitución y el Estatuto de Autonomía del País Vasco
3.- Defender la libertad de expresión en el País Vasco
El papel de “Basta Ya”, junto al de otras organizaciones cívicas como “El Foro de Ermua”, “Denon Artean” o la “AVT”, fue clave en el proceso que terminó con la banda terrorista. Con ellos se empezó a disipar la espesa niebla de silencio que durante años se instaló en la sociedad vasca.
23 años después de recibir el Premio Sajarov y con ETA derrotada, “Basta Ya” vuelve al Parlamento Europeo. Durante una semana se ha instalado en sus pasillos una creación del artista vasco José Ibarrola que busca revivir el asfixiante contexto social de aquellos años en el País Vasco.
Se ha bautizado como “el túnel del odio”. Consiste en un contenedor con todo su interior pintado de negro. Al entrar el visitante se queda completamente a oscuras y empieza a escuchar los gritos de los manifestantes proetarras, sus consignas, sus amenazas de muerte y sus vivas a ETA….
En la inauguración, el pasado martes, de esta experiencia sensorial e inmersiva estuvo el propio Fernando Savater que recordaba la contribución de “Basta Ya” en el fin del terrorismo. Maite Pagazaurtundua, eurodiputada de Ciudadanos, explica cómo surgió esa idea del túnel, qué recuerdos inspiraron esa creación: "Yo soy natural de Hernani y había manifestaciones casi todos los días. Y como las paredes son porosas y nuestro cuerpo es poroso y pasaban todos los días diciendo ETA, mátalos, gora ETA. Y yo recuerdo que que no sabías donde meterte para no oírlo. Cuando pasaba la manifestación debajo de casa y vivíamos en un primer piso, entraba todo el sonido, cada día, cada día, cada día. Cuando yo era una niña y cuando cuando era joven también. Y además estaba en contra. Y eso me que se me quedó grabado".
"Había palizas a gente simplemente porque llevaban chaqueta, o sea, palizas de abrirles la cara y de dejarles marcados para toda la vida. Hernani era así. Era uno de los epicentros de la cultura del odio y era de donde se extraía con mucho trabajo de odio, pues algunos niños, lamentablemente se convertían en asesinos de sus vecinos. Y así fue. El asesino de mi hermano. Nació en Hernani. Igual que nosotros vivíamos en Hernani", recuerda.
Ve vital que las nuevas generaciones conozcan todo lo que sucedió en el País Vasco: "Sigue sin funcionar en la transmisión de esa memoria reciente de valores, de sentimientos o incluso de explicar el miedo, cómo se enfrentaban esos padres, madres, abuelos, abuelas al miedo y incluso, pues en algún caso, tal vez a hacer algo de autocrítica. No se ha dado y lamentablemente las instituciones no pueden suplir esto. Sí que hay una minoría de niños que siguen creciendo pensando que los asesinos son héroes por haberlo sido. Eso es muy peligroso a medio plazo".