El debate público sobre el impuesto extraordinario a bancos y energéticas, coge calor. Aunque dicho en este espacio pueda parecer de parte, los datos son contundentes, como ya dijimos la semana pasada.
Lo recuerda hoy en ABC, un fijo de La brújula, José Ramón Iturriaga, quien asegura que este impuesto era una arbitrariedad fiscal injustificable cuando se concibió como temporal.
La amenaza de las petroleras
La amenaza es perpetuar el desatino al convertirlo en permanente. Las petroleras Repsol y Cepsa han sido muy claras al asegurar que si este impuesto continua, paralizarán sus inversiones en Tarragona y Huelva.
Los bancos llevan tiempo aseverando que este impuesto reduce en 50.000 millones la capacidad de dar crédito a familias. Pero el argumento parece que no vuela por que cuesta hacer tangible tanto dinero.
Sin embargo, esa merma del crédito supone renunciar a 45 inversiones como la que Repsol amenaza parar en Tarragona.
¿Quién será el perjudicado de este impuesto?
Ya lo dijo la semana pasada el gobernador del Banco de España, el exministro José Luis Escrivá, el gran perjudicado de este impuesto son las pequeñas y medianas empresas, las invisibles.