Hoy traigo lo de las elecciones gallegas, con su galleguidad y su crucialidad. Todo depende de las gallegas, dicen los analistas y los demóscopos con lupa como de bibliotecario. Me gusta mucho la distancia que toman los asuntos gallegos de las cosas de mi Españita y la que toma mi Españita de los asuntos gallegos. Coinciden los guruses en que hay un votante al que no le importan mucho las cosas del país y ojalá a la gente no le importaran las cosas de las regiones. Ahora que todo depende de todo, añoro los tiempos en los que nada importa nada.
Cosas circunstanciales propias del normal devenir del destino toman de pronto una dimensión determinante. En una cárcel del norte de Rusia bajo los cielos del círculo polar ha muerto Alexei Navalny, principal opositor del gobierno ruso. En 2020 le pusieron Novichok en los gayumbos. Dirán que fue de muerte -ejem- muerte natural. A Putin no es que le crezcan los enanos, es que se le mueren los opositores, también es casualidad. Si nos ponemos estrictos, todas las vidas terminan por parada cardiorrespiratoria y las causas son de lo más variados. A los opositores que se caen de las ventanas los mata la fuerza de la gravedad, a otros les estallan los aviones, los tirotean unos ladrones, otros se matan ellos solos con los nervios, qué queréis, eh, no hay veneno para tanta gente. No dijo Tito Livio pero casi que los dictadores podrían matar a sus opositores de aburrimiento, pero a veces encuentran otras maneras mucho más efectivas.
Destaca sobremanera la Seguridad Social. El ministro Escrivá siempre ha defendido que las cuentas del sistema de protección mejoraban. Pero el dato del Banco de España revela que la deuda de la Seguridad Social engorda sin freno. Ha aumentado un 9,4% y marca récord, 116.000 millones. Aquí no hay marchas triunfales que valgan aunque las componga Sousa.