Hoy traigo que este el otoño en Madrid cayó en jueves con charcos, alcantarillas como géiseres, niños empapados en la puerta del colegio y melancolía como de Pere Aragonés. En estos días así como de Paul Verlaine, el hogar toma una dimensión distinta: el calor del fuego, el plato el cuchara, volver a arrimarse en la cama. Los que no saben de nada creen que las noches tórridas son el reino del amor, pero es el frío el que loº12345 mantiene, pues hace volver del exilio del otro lado de la cama. El amor le debe mucho al frío, y de pronto Madrid parece el invierno de la Boheme con antisemitas.
No hay como los pequeños detalles que tienen con uno en casa. Hoy, al volver de un día de trabajo fuera de la ciudad, en los imanes con letras de los críos alguien ha escrito Chapu Cara-Culo.
Los independentistas se quejan de todo salvo de la verdadera ofensa que es que, cuando llueve en Madrid parece que llueve en toda mi Españita. En Madrid han caído un millón de litros por metro cuadrado, dicen en Twitter, ya mí qué me importa, si vivo en Albacete. Que llueva en Madrid solo significa que en Madrid llueve. Yo hoy he estado en Valencia y hacía un sol tropical.
Aragonés es mi personaje Disney preferido y en el Senado se aparece como una estatua del jardín de la republiqueta. Manda narices que el presidente independentista de Cataluña se llame Aragonés. Pero viene a decir que después de la amnistía viene la autodeterminación y la independencia. Tranquilos que ha dicho Sánchez que eso no va a pasar
