Hoy traigo las notas del cuatro de julio, Pamplona huele a toro, a jota, a bota y a vino. Tengo preparada mi bota de las Tres ZZZ de Pamplona para llenarla de mol de la Ribera. La bota de vino es la última promesa, una bota siempre te trae felicidades, camino del puesto de palomas antes de que amanezca con la escopeta, la perrita y un cedé de rancheras. La bota que la ofreces y va por el tendido y siempre vuelve, la bota lanzada a los pies de los toreros, o la bota refugio de fatigas del camino. La bota, cuerno de la abundancia de levantar los brazos, de apretar la bota que es la vida y que caiga lo que caiga. No sé cómo los pibes quieren tener un terabyte de almacenamiento en la nube para guardar selfies pudiendo tener una bota de vino.
Por caprichos de la vida, esta vez Begoña Gómez entrará en el juzgado por el garaje por petición de Moncloa. Esto a otros no se les concedía, vaya usted a saber por qué. El garaje tiene ese punto de privacidad divina, de ir hasta la puerta, de lunas tintadas y de intriga por qué no. De glamour si cabe, ah, Begoña, Diana de Moncloa, a salvo de los paparazzi, o se dice paparazzi. Sánchez salió de Ferraz por el garaje, que yo lo vi alumbrado por los fogonazos del flash en una foto finish de su derrota que no fue. Begoña por el garaje con acelerón por la rampa y escolta de Moncloa, Begoña forajida, Begoña de Free Bego tiene algo de una canción de Estopa. Como se descuide, terminan interrogando al juez en lugar de a ella.