El cuaderno de Chapu: 'Campanadas'
Chapu Apaolaza reflexiona en su cuaderno sobre la medida que prohíbe comer las uvas en la madrileña Puerta del Sol y sobre la revocación del Supremo al tercer grado de los presos del 'procés'.
Traigo que es de día cuando salgo de un hotel de León con una maleta. El viandante mira al viajero como un fantasma. Soy un espectro que va de paso, un personaje de otra dimensión. Algo que se aparece. El turista es un enviado de otro tiempo y la gente se gira a su paso. Hace tiempo que en mi Españita no se oye rodar una maleta. Solo se escucha el vacío, los respiradores, el cuando esto pase y a la matraca de la tristeza.
Luego arranca el tren que como todos los trenes de ahora, viaja a ninguna parte. No existe otra parte. Ya solo concibo a los muertos del Covid y de los que decían que viajábamos demasiado, los muertos de la turismofobia y de los que nos acusaban despectivamente de ser un país de camareros. No somos un país de camareros y somos un país de chalaos.
Dicen que no va a haber campanadas en Madrid, pero las retransmitirá por la tele Arnaldo Otegui. A ver qué se pone de vestido. Apuesto por un conjunto inspirado en la toga de vocal del Consejo General del Poder Judicial. El Supremo ha denegado la libertad provisional de los prusesos. En esto de la celebración de las penas de cárcel hay que ser muy cuidadoso. Al preso más culpable hay que imaginárselo cenando solo en Nochebuena y al peor enemigo hay que pensarlo acostando a sus hijos por la noche. O no acostándolos, claro. No soy una majorette del independentismo, pero hay poca que festejar acerca de la soledad de la noche de un hombre en su celda. Ojalá nada de esto hubiera pasado.