Traigo las notas del 28 de febrero, carta a Volodimir Zelenski. Querido presidente. Si quieres que te diga la verdad, cuando Putin comenzó la invasión, creímos que atravesaría Ucrania como una navaja en la mantequilla. Te creíamos camino de Varsovia. Habíamos perdido. Cómo íbamos a enfadar a Putin, si teníamos planes para Semana Santa. Entiéndenos. La guerra para nosotros era una movida.
A la mañana siguiente, seguías en Kiev y apareciste en aquel vídeo sonriendo al pie del edificio de la ópera. Madre mía, apuesto a que te temblaban las manos. Pero ahí estabas, con todos esos hombres y mujeres barricada que decidieron salir a la calle a pelear, a disparar, a morir si hiciera falta y a vivir si fuera necesario.
La suerte siempre otorga a los hombres la oportunidad de demostrar quiénes son y hoy sabemos quiénes sois. ¿Sabes? Cuando se ponga fea la cosa quiero estar donde estás tú, donde estáis vosotros, ¿sabes?
Te busco cada mañana en los vídeos al despertarme y temo encontrar una foto tuya entre los escombros. Una foto nuestra. Dime que a esta horas sigues vivo, Volodimir Zelenski. Dime si has cenado ya, si has hablado con tus hijos, si puedes dormir.
Te gustará saber que en Madrid, María ha recibido la llamada de su hija de 18 años que vive en Ternopil. Ha decidido alistarse. “Moriremos las dos, tú de un disparo, y yo de tristeza”, le dice. Está destrozada, pero orgullosa de su chica valiente.
Tienes razón. Tu lección era sencilla. Si ninguno de los hombres se planta ante el mal, el mal avanza, pero si uno solo se queda en pie, ay amigo. No sé cómo ha sido, pero el destino del mundo descansa sobre los hombros de un humorista en camiseta que eres tú y todo parece distinto. Cuando te digan que ha sido para nada, no les hagas caso. Estamos contigo. Ánimo, fuerza y suerte.