Amanece en el Ministerio de Igualdad, Montero y las jóvenes vestales del japiberdei recitan los salmos de la Ley Trans. El Domingo de Resurrección de Igualdad es el 8M. Hay un millón de razones para pronunciarse en favor del feminismo, pero parece que solo es posible vestido con la cartulina y la ropa como para subir a la Pedriza, como ha escrito el Pica Nieto. Y batucada.
Qué cosa que se hayan suspendido los besos, las barras, los sanfermines y abrazar a los nietos y ahí sigan las batucadas. Decía que el 8M es batucada, Sororidad y quinoa de guarnición, y me parece muy bien. Lo único malo es que todo lo que no esté ahí suponga criminalización de la mujer, negación de sus derechos y, en general, la complicidad con violadores y asesinos.
Una vez dijeron que mis hijas eran muy mujeres cuando querían decir muy ‘arpías’ y se me hinchó la vena. Pero es que la causa feminista de Montero empieza con la reivindicación justa de Clara Campoamor y los hitos de la lucha por la igualdad y termina en el ‘jotía’ y en Loretta en ‘La Vida de Bryan’. Mi Españita es lo que va de los papeles de Luis el Cabrón a la Teoría Queer. Dice que ser varón o mujer, heterosexual u homosexual es una construcción social y cultural, esto que se llama ahora -ya tenía ganas de decir esta palabra en el cuaderno- “un constructo”. Y si no existen los heterosexuales, ni lesbianas, ni los gays ni ls mujeres, a ver qué puñetas hacemos reivindicando que de una vez los dejen vivir en paz.