Traigo que el Gobierno prepara una NASA española. Yo creo que Sánchez tiene el cohete aparcado en la puerta con el motor encendido. Ves el Planeta Tierra desde la ventanilla de la nave, y eso es España qué bonita es, con sus rotondas y sus cabreos. ¿Ves aquello? Es la foto de Colón. ¿Sabes que una ardilla puede recorrer el pedrismo saltando de foto de Colón en foto de Colón? El anuncio aerospacial lo ha hecho Iván Redondo, asesor y astronauta, que ha dicho que por el presidente se tiraría por un barranco.
Le han reprochado que la frase la dijeran en el Ala Oeste del barranco. Antes me preguntaba si lo que salía en las series había sucedido en la realidad. Ahora hay que preguntarse si lo que sale en la realidad ha sucedido en alguna serie. No se sabe nada de Iglesias, ya ha debido de terminarse Juncal de Jaime de Armiñán.
Ya no se habla de Iglesias; solo se habla de Redondo. Diré de él tres cosas: trabaja mucho, es leal a Sánchez y los tiene bien puestos. Quizás demasiado bien puestos. Hay una línea muy fina entre la audacia y la inconsciencia y en esa línea está la idea de la Moncloa como barranco por el que bajan rodando las bicicletas de montaña, asesores presidenciales y últimamente algunos encuestadores. Arriba, Sánchez mira al vacío con serena calma, pero el vértigo lo tenemos los demás.
El barranco es una noción perfecta para concebir al sanchismo, que es una acción política de cornisa, precipicio y terraplén donde se toman decisiones que se entienden solamente si alguien te susurra al oído: “No mires abajo”