Hoy traigo que me estoy perdiendo el jueves de primavera en Málaga, capital de ingenieros y de poetas. Vicente Aleixandre hablaba de la ciudad del paraíso, ciudad de sus días marinos y de los míos. Calles apenas leves musicales, jardines en los que las flores tropicales elevan sus juveniles palmas.
Me estoy imaginando vuestra noche en Málaga cuando Manuel Alcántara, escribió de una luz por el parque y el pitido de un barco que se fue, que se está yendo, y Don Manuel estaba en primero de jazmines. Málaga de Picasso y de Cocteau, de Man del machado que pregonaba lo que da la mar, boquerones, sardinas, jureles , de Rilque, de catedrales inacabadas del eco de verdades, de la horizontalidad de los Baños del Carmen donde se acuesta y de Nieto jurado, andaluz en Pamplona, gallego en Madrid y torerillo de Benamocarra, Málaga de la inteligencia artificial, de tronos y de banderas, de taladros que se dicen guarrito, de los pimpis, del Wanda Moreno Bonilla y del alcalde de de Málaga al que mandamos un saludo, porque seguro que nos estará escuchando.
Declaro unilateralmente el estado malagueño, que es un estado emocional no como el de Sánchez, que es un estado electoral. En su fiebre tezánica y sumaria, declarará el estado Palestino. Después del siete de octubre, el Estado palestino suena a premio por violar, matar y secuestrar.
Se podría reconocer un estado palestino si palestina reconociera un estado israelí, me temo que eso no va a pasar, lo quieran en el Hamás de allí o en Hamás Madrid.
Tranquilos en Oriente Medio que aquí viene Sánchez con las buenas intenciones, le dice Estados Unidos, Pedro me esperaría un poco, que eso del estado palestino suena fenomenal, a ver si terminas montando la tercera world war.
