Hoy traigo apuntado que la borrasca Irene le ha levantado las faltas a la ciudad en una ventolera y una efervescencia como de letrados del Congreso haciendo el informe contrario a la amnistía. Va mi Españita por ahí un poco tumefacta. Venimos con ese ánimo de país desvalido de pensar que ya pueden decir misa los letrados del Congreso que la amnistía de Sánchez te la aprueba el Constitucional de Cándido Conde Pumpido. Que tiene nombre de batucada.
Este que te den igual ocho que ochenta debe ser un signo de la edad. Diez años ha cumplido Podemos y le han llevado un globo con toda la cara de Yolanda Díaz. No hicieron piñata como la de Ferraz, pero les apetecía.
Qué diferentes aquellos cumpleaños de Irene japiberdey en el ministerio de Igualdad con tartas de bizcochos azules y mucamas de la secretaría de Estado.
Si voy a las notas de este cuaderno de enero de 2014 hay una calle de Lavapies con un Teatro y balcones con cosas: una bombona, un triciclo, los cartones de leche, ristras de calzoncillos bailando sobre el cordel. Luego todo sucedió muy rápido. La casta, puño en alto, el macho alfa, rodea el congreso, el abrazo, los botellines, las series, la vicepresidencia, aquello era un lío, el corte de coleta, el dedazo, el podcast, el poder en la sombra, Iglesias, ÉL, qué tío.
Vino la casa de Galapagar como un palacio maldito, y la sonrisa de Yolanda, el veneno y los biquiños. Diez años de partido, la nueva política se hizo vieja de repente. A Podemos lo dan por muerto, pero en política nunca termina de morir ni se vive, tampoco, definitivamente.
