Traigo que se está haciendo largo el proceso de gobernabilidad y va mi Españita cansada, hastiada y un poquito hasta los puigdemones. Entre el final del verano y el comienzo del otoño está pasando una eternidad así como melancólica, y lánguida, un tiempo lacio cercano a la decepción y al tedio. Las condiciones de los independentistas para la investidura nadie sabe ni cuáles son, pero este lío empezó con un mediador y les van a dar los indultos, la reforma de la sedición, la amnistía, las dos orejas y el rabo.
Lo peor de la amnistía no es que Puigdemont no entre en el talego, sino que entiende que el que hizo mal fue España y no Puigdemont. Lo ha dicho San Felipe González en lo de Alsina. Me gustan mucho las voces discordantes del PSOE de toda la vida, el pagismo y estas graciosas especies que después tragan con Sánchez, permiten que la gente siga votando a Sánchez como si los votara a ellos y no es verdad.
En realidad, el PSOE de toda la vida, con su sensatez y su patriotismo y sus estándares morales de entonces compone la segunda voz del coro magnífico del sanchismo y en realidad lo hace posible. Al final terminan en sus mítines, lo terminan votando, apoyando y haciéndolo posible porque los remilgos que declaran, no existen, y en el fondo, solo queda ese apoyo incondicional. Me acuerdo de aquel partidario de Curro que después de un petardo del faraón, le gritó desde el tendido: “Curro, otro día te va a venir a ver tu puta madre y yo”.