Traigo que la radio emite los discursos de la excepcionalidad. Las niñas escuchan lo de las cartas y lo de las pedradas y a veces parece que se asustan. Paloma escucha las crónicas y me mira angustiada como si fuera a preguntarme si pasa algo, Papá, y de pronto dice ¡Bú! Soy Alguien. Soy un alguienígena.
Somos alguienígenas de nosotros mismos. El tipo que envió a Reyes Maroto un recuerdo de Albacete puso su nombre en el remite. Yo tenía un compañero de clase que copiaba tanto que un día copió de uno hasta el nombre. Es peor aún dudar de una amenaza que inventársela. Claro que a Marlaska le han enviado unas balas. Si en este país se mandan más balas que flores. Miseria de paquetería y de balas y de nombres en las dianas. Este país tiene vocación de tiroteo. Españita con cartucheras Cuando mataron a Gregorio Ordóñez, un chaval del colegió pidió a la mujer que devolviera la bala. “Ha sido un loco”, dicen de lo de Maroto, como si los otros que amenazan estuvieran cuerdos.
Digo que amenazas ha habido muchas, pero no salían en las notas de prensa ni se iba en campaña con los amenazados. Igual es que la izquierda apostó demasiado en esta campaña. Cuando se da a elegir “palabras o balas” se da a entender que el contrincante dispara. Que es el contrincante el que le ha enviado la bala, una bala tan grande cuando se callan otras balas más chiquitas, infinitesimales, despreciables. Nombres en la diana que eran de broma. Y así dibujan esta cosa incomprensible en la que uno puede entender que Bildu es una organización pacifista y la derecha madrileña, un talde.
