Traigo estas notas de presidenciales en EE UU. Nos afecta tanto el resultado que deberíamos votar nosotros también. Estos días, los periodistas nos ponemos muy locos: poco dinero, mucha cafeína, pero vivimos algo histórico. Y después contamos, oye que yo viví esto y lo otro, como si los demás, no. Luego a veces la historia decepciona.
Cómo me acuerdo del día en que ganó Trump, en una fiesta de los demócratas, había una Hillary para hacerse selfies todo el mundo estaba venga copas viviendo ese momento histórico, y cuando cayó Florida, la cogieron llorona como de anisete.
De siempre, en España sabemos lo que tiene que votar la gente de Estados Unidos, porque para el español, el gringo no sabe comer, no saben tocar las palmas en los tablaos y por supuesto, no sabe votar. ¡Mira lo de Trump! Trump ha dividido el país. ¡La polarización! ¡La elección de los jueces! ¡La pandemia! No como aquí.
Yo siempre me pregunto quién es el Trump español que hace mi Españita Great Again. Y me voy a callar la respuesta porque hoy es el día de Donald, Donald, Donald... eres capaz de confundir el botón de la bomba nuclear con el de chutar en el mando de la Play, pero es bella esta cosa de decirle al Estadounidense lo que tiene que hacer, como si votara con pañal. No sé si allí sacan a las monjitas cuando van a votar como aquí, esas monjitas gringas buenas, con el madrugón y el AK47. Fíjate que aquí llevan los partidos a los ancianos a votar; allí los llevan de candidatos.