He apuntado que es viernes el campo lo sabe. Crecen por todas partes las cerrajas de tallo hercúleo, la achicorias que pronto darán sus delicadas flores de un levísimo violeta y los jaramagos me llegan por la cintura. Las liebres gordas como burros por la abundancia de la primavera, me arrancan casi de los pies.
Me he acordado de que los veganos franceses quieren prohibir las galletas con formas de animales. No es que no podamos comer animales, es que no podemos comer cosas con forma de animal. Todas las religiones tienen sus alimentos tabú. Se supone que si uno come una galleta con forma de león está siendo irrespetuoso con la fauna o igual es que extingue al león. Si las galletas de dinosaurios fueran dinosaurios, mis hijas ya los hubieran extinguido. A los veganos les parece que haya una galleta con forma de león; verás cuando conozcan el Pollofre.
82 asociaciones que representan a 200.000 científicos han pedido al Gobierno que no pare la vacunación. Hay mucho científico, podrían hacer galletas con forma de científico. O de político. También hay mucho político. Con forma de Ayuso, las galletas favoritas de los demóscopos, muy ricas, pero cuestan un Zendal. Galletas inspiradas en la tinaja de la piscina de Iglesias y galletas con forma de Gabilondo, serias, filosóficas, de alegría moderada, se llamarían Happylondos. Y por supuesto las galletas de Bal, vienen con la campaña publicitaria: le gustan a todo Edmundo. Ciudadanos ya no olería a leche como el perro de Albert Rivera. Esta vez olería a Galleta.