Traigo que la caída de la tarde por entre los pinares del oeste de Madrid va Sánchez joven, sano y guapo como el Resucitado y va contando a las torcaces, parábolas sobre la imposibilidad del centro en España. En Ferraz montaban el sábado un escenario como el que pone un chiringuito en Marte, y de pronto, mira. Decían que la convocatoria electoral nos iba a fastidiar las vacaciones y, ganando las elecciones, menudo viaje que se ha pegado la derecha.
El Gobierno queda en manos de Juntsdemont. Para preservar a España de la extrema derecha y protegerla de fascismo, votaron un gobierno con un pirado supremacista y los pactos con un movimiento que mataba hasta ayer. En el PSOE da más miedo Ortega Lara que Otegui.
El psoedetodalavida, si es que existe aún, anda diciéndose que si hay gobierno no pasa nada, que estamos en Europa, que funcionan los contrapesos del Estado, que el Estado de derecho es inexpugnable. Que no se colonizarán las instituciones en favor del único objetivo de la supervivencia del poder, que no cambiará nada, que los jueces, que los partidos, que no se blanqueará el relato del terrorismo, ni se validarán los contextos del conflicto que justifican el terrorismo como algo inevitable en determinada situación.
Que no se modificará el código penal ni se utilizará la fiscalía para beneficiar a los socios del Gobierno, que no gobernarán en España los que más interés tienen en que se destruya, que no se permitirá una amnistía encubierta de los presos independentistas y de otras hierbas, que Sánchez no va a tolerar un referéndum en Cataluña porque sus votantes no lo permitirían, pues este país, dicen que tiene un suelo moral.