Hoy traigo apuntado el espectáculo de fin de curso de las niñas. De pronto estás allí partiéndote las manos como si estuvieras en la Scala de Milán sonriendo como si se fueran a dislocar los músculos de la cara y te asoma un lagrimón del tamaño de una lavadora. El niño te busca entre el público y de pronto lo encuentra y se sorprende, como si se alguna manera pensara en que igual no aparecía. Ay, amigo, en ese momento entiendes que todo lo que pasó en tu vida, qué digo en tu vida, todo lo que pasó en el universo sucedió para que tú estuvieras allí ese día mirando a ese niño y ese niño mirándote a ti.
Yo vi a los Rolling Stones en San Mamés y a Los Ramones en Anoeta, pero sobre todo vi a Macarena tocando las palmas en ese tema de Violeta Parra y a Paloma cantando aquella canción sobre de las mañanas de domingos en Bamako. Si te digo la verdad, ya no sé si hay dos Españas o setenta y tres, pero todas están en el espectáculo de fin de curso de los críos.
Cómo que no. Piensa en el tipo que te cae mal. Piensa en Sánchez o en Feijóo en Abascal, Irene, Iglesias, el que quieras e imagínatelo en el espectáculo de fin de curso de los niños y si te fijas, ya sea de derechas, de izquierdas, torero o del Pacma, rico, pobre, independentista, ateo, meapilas, runner, vegetariano, lo que sea que sea, y ese tipo es exactamente el mismo tipo que tú. Si a los enemigos nos los imagináramos en el concierto de sus hijos, reconóceme que nos iría mucho mejor.