Notas del once de noviembre, primer anuncio de la Lotería de Navidad, rebaja del crecimiento español según Bruselas y nombramientos de vocales del Tribunal Constitucional. Se comenta que el TC cada día se parece más la tuna de derecho de Alicante. Será por la vestimenta. Hay consenso en que ese Arnaldo tiene nombre de heladería.
En la prensa aparece un tipo que se llama Manel Monteagudo diciendo que tuvo un accidente en Irak en 1979. Cerró los ojos en un hospital de Basora y volvió a la vida en 2014 en España. "Quién es este anciano", se dijo mirándose en el espejo. Es lo que nos decimos todos cada mañana sin visitar el umbral de la muerte.
35 años en coma, dice, y anda mejor que Pedro Sánchez. Dice que tuvo dos hijos. Quizás algún día sepamos sabemos que tuvo tres amantes y un perrillo que se hacía el muerto. Vio a Jose Tomás Nimes y bajó de cuatro horas la maratón. Igual no se llamaba Manuel Monteagudo, pero cuánta gente habré conocido que se llamaba de otra manera. A veces creo que Pedro Sánchez en realidad se llama Cristóbal Torremocha y es un taxista ludópata de Prenafeta.
La mediana edad es un estado vegetativo. Un hombre feliz es un hombre en coma. La vida pasa como un resbalón en la ducha. Cierras los ojos cuando el primer beso a aquella chica a la puerta de la discoteca y de pronto han pasado quince años, madrugas los domingos y tienes con ella tres hijos, dos coches y una hipoteca. Sientes que tú no eres aquel, pero ella sí y por eso un día la miras y le dices: "Cariño, estás más guapa que nunca". Le puede ocurrir a cualquiera. El PSOE se durmió en 2016 con Sánchez dimitiendo de secretario general y se despertó pactando con Bildu. No tenemos una vida. Tenemos media docena.
