Hoy traigo las notas del suceder de los días, sabemos que van encajando la negociación y que se dilatan los plazos de investidura. Si hay que fijarse en el lenguaje, yo escucho encaja y dilata y me entra una cosa por el cuerpo y solo se me viene a la mente el chiste del elefante y la hormiga.
Se hará lo que quepa en la Constitución, y en el Constitucional también se acuerdan del chiste del elefante y de la hormiga, si no te lo sabes, habla de la dilatación y del encaje. A mí las cosas constitucionales pueden parecerme bien o mal. Y esta me parece mal. Pero bueno, yo qué sé.
Sánchez admite que está negociando la amnistía sin nombrarla. Si nos vamos a elecciones, se preguntará qué amnistía ni amnistía. Al principio estaba la palabra, y la palabra estaba junto a Sánchez y la palabra era Sánchez. Ah, Pedro, presidente de diccionario o de SEO, su verbo hace y deshace en cuanto las cosas toman forma si él las pronuncia y en la medida en la que él las pronuncia.
Sánchez, hacedor de cosas, en pandemia decía mucho normalidad, y los polis montaban redadas en los toboganes, los muertos se enterraban solos y hacían carreras los coches de las funerarias, pero todo era normal. Decía mucho recuperación, transformación y resiliencia y ahí estábamos todos, recuperándonos y resiliendo. Ahora no dicen la palabra amnistía, así que la amnistía no existe. El límite de Sánchez no es el constitucional, que le importa poco, el límite es su palabra y aún no ha dicho amnistía, y mira que es difícil, con todo lo que habla.