Traigo que Pablo Iglesias se cortó la coleta justo antes de que encendiera el riego automático del jardín de la Moncloíta. Un político de izquierdas debe cabalgar contradicciones y, por qué no, un cortacésped de quince caballos de potencia, cinco marchas y tres alturas de corte.
Son las once de la noche en el Galapagarato, canta el carabo en la oscuridad de plata de la encina y a lo lejos aúlla Pepefé Tezanos su letanía demoscópica y ligeramente antipática. Fuenlabrada ha votado al PP. Génova es 2011. Gabilondo en Gabilondia dice cosas sobre el mañana. Sánchez se jugó el coche, la casa, el peluquín y al ministro del Interior. Su Pedridad cree que una mala mano la tiene cualquiera.
Ahora hay que entender lo que votó Madrid. ¿Cómo puede haber sucedido esto? Aquí viene la intelectualidad en su continuo sobresalto de no explicarse las cosas. Oh, cómo puede haber sucedido esto, dicen compungidos. Dímelo tú, que eres profesor en Harvard. Me gustaba esta cosa de decir que la gente vota a Ayuso porque vive en un caravana en Chamberí que son las afueras de Dallas, casado con su prima y no saben dónde está México, pero no.
Dicen que al votante popular lo guía una tabernidad, esto es, está pedo. Carmen Calvo, Kamala de aquí, dice que de la libertad inspiró los campos de concentración. Madrid cochina, liberal, contagiosa, dumpinera y fascistorra le va el liberalismo y el pirriáquez y los campos de concentración, tanto que Madrid parece Auschwitz. Con estos piropos, no se explica que no les hayan votado.
