Traigo todos los santos y el día de difuntos, coronas, flores de plástico, lejía sobre las tumbas. Muertos vivientes y vivos muertos, gente sonámbula, de mármol, verdines y crisantemos.
Dijo Ramón Gómez de la Serna que había que hacer las tumbas con periscopio. Los que más chanelan de la muerte son los muertos, pero claro, los muertos no hablan.
Cuando me preguntan a quién me gustaría entrevistar, respondo que a Lázaro, para que nos contara cómo es el más allá. Morir para contarla sería magnífico. Mi consejo es que si uno cruza al otro lado y regresa, no diga a nadie lo que ha visto porque no le van a creer y cuando cuente cómo es el cielo o el averno le dirán: “A dónde vas, chalao".
Ahora se ha puesto de moda decir que la gente, en lugar de morirse, se va. Se ha ido, fulano, dicen. ¿Sí pero a dónde? Yo creo que la muerte no es el final del camino como se suele decir porque no hay un final del camino. NO hay un puerto al que se llega. La vida naufraga y se hunde.
Mi amigo Hassan del Cambalache de Cádiz me contó el chiste del tipo que le pregunta a otro: “Oye, qué te gustaría que dijeran de ti después de muerto?” Bueno, que he sido una buena persona, y un gran cantante, un genio de la música, que he sido el mejor músico de la historia. ¿Y de ti? ¿Qué te gustaría que dijeran de ti después de muerto? Me gustaría que después de muerto dijeran de mí: “¡Se mueve!”.