Traigo las notas del seis de mayo. He visto aYolanda Díaz el Real de la Feria escuchando a España y lo último en sevillanas.
A Alberto Garzón lo han puesto verde como hoja de perejil por comer un platito de jamón y una cerveza, dos alimentos que su ministerio desaconseja. Vale que el Nutriscore no acepta lo de Guijuelo, y que para esta lonchita ha muerto un cerdo con sus futuro por delante y su derecho a la vida, pero hay que dejar algo a la misericordia de Dios y del Pacma.
Para derecho a vivir el de uno, ahí en la caseta, y venga otra de montaditos. Alberto Garzón no es Konrad Adenauer pero tendrá derecho a pegarse un día de feria, vamos, digo yo. Y de tomarse una cervecita y luego otra y a la cuarta ronda cuando el sol se ha descolgado de cénit de la primavera florecida en mil colores, sentir el alivio perfecto del momento preciso en el que se pasa la resaca y dice uno: “Qué bonita es la vida”.
Y de estar ahí viendo pasar el tiempo y los montaditos, y las ortiguillas, los flamenquines y los langostinos de Sanlúcar con sus bigotes interminables. A esas gambas de Huelva a las que les brilla el ojo más que a María Jesús Montero.
Otra ronda para el ministro que España necesita que la izquierda disfrute de la vida y a ver si así pasándolo bien, deja de dar la matraca. Que vuelva la izquierda divertida y no esta que te habla como el médico y el cura. Haces bien, ministro, que la vida son dos días. Solo te falta ir a los toros. Cuando quieras, yo te llevo.