Notas del 26 de noviembre, viernes y variante "Nu" del coronavirus, más contagiosa y más dañina que la delta, oigan. Los anuncios de la OMS me suenan a anuncio de detergentes. Así que hay gente diciendo que el virus se ha vuelto tan listo que volvemos a empezar. Se hunden las bolsas, cierran las fronteras: otro fin del mundo, vaya por Dios. Estoy a una rueda de prensa de Fernando Simón de salir ahí a comprar papel higiénico y levadura. Estamos muy alarmados, pero tranquilos, pero alerta, pero confiados, responsables y decididos y así te encuentras de nuevo en esta rutina de la catástrofe y te preguntas si es que le has cogido el tranquillo al apocalipsis.
Cosas inauditas que se repiten hasta la saciedad. Eso es. He leído que en Netflix se sienten engañados por Pedro Sánchez. Los engañados de Netflix a la cola. Cuentan que el presidente del Gobierno les aseguró que España sería el Hollywood de Europa, que lo tendrían todo, les prometió todas las facilidades y una bañera de leche de burra, y ahora les ha colado el 6% de la producción en catalán. Ale-hop.
No sé cómo alguien puede resultar engañado por Sánchez. Es como esa gente que cae en la estafa del nigeriano: "Un tipo me dijo que compartiría su herencia de 500 millones de dólares si le daba mil para los gastos de gestión". Cómo me gusta esto: No voy a pactar con Bildu, decía. Con el tiempo, Bildu se sentirá engañado. La trampa del Gobierno consiste en creer que el anterior engañado será el último. Sánchez ha traicionado tanto su palabra que el fraude sería en que la cumpliera.