He apuntado que mi Españita de pronto se ha levantado musical, casi italiana, tenemos un juez tabernero fan de Van Morrison y la primavera a las puertas. Tenemos un cordón sanitario a Illa con el que nos colgaríamos de una vida si no temiéramos que se viniera abajo el techo. Tenemos la suerte de que no nos envenenen con polonio y un estudio de errejón para trabajar de 32 horas, muchas me parecen.
Errejón anda como pachucho desde que Carmena no le hace las empanadillas, pero dijo en su día que la patria es “cuidarnos”. Algún errejoner ha dicho que la patria es la declaración de la renta, de la que decía El Selu que si no te sale a devolver, le metes los dos dedos.
La patria
La patria son los almendros de la esquina del parque, oh patria rosiblanca, y la patria son las tabernas, partenones con servilleteros. La mano de látex en la mano del intubado es la patria, mi perro, mi madre cuando mira por la ventana y de nuevo está lloviendo. Las eses de Darias, la mirada de Ayuso, un supercontagiador en la Línea 4 del Metro, estación esperanza.
El ARN mensajero es la patria y los rotulitos de Televisión Española. El amor, la tortilla, la bandera, la tinaja, la niñera, Génova 13, la manera en la que Sánchez junta las manos cuando se enfada, Rosalía, la conga de Iceta y Laura Borrás de delantero del independentismo de las seis naciones de rugby que con ella son siete. Y la bandera, mis hijos y mi padre del que ya casi no recuerdo la voz. Todo eso es la patria, y no se parece a la declaración de la renta salvo en que uno la ve y le entran ganas de llorar.