Hoy traigo las notas del quince de mayo, día de San Isidro en Las Ventas, chulapos, picadores y parpusas. Hacen su agosto los vendedores e friagua, friagua, friagua, los que te venden las almohadillas pa la piedra, los que te venden la cerveza y los que te venden la moto. Ahora va mucha gente a los toros, unos porque les gusta y otros para dar por saco. Más de media plaza se podría hacer gratos el Interrail de Sánchez. Las sociedades abiertas se mantienen porque lo prohibido nos parece interesante. Dijeron a los pibes que no fueran a los toros porque se iban a quedar ciegos y ahí están. Provoca más Isaac Fonseca que las dragqueens de Irene Montero. Como hay gente nueva, hoy uno en mitad de una faena uno ha gritado: “Música maestro”. Bergamín ya escribió de la música callada del toreo en Madrid no se toca la música durante las faenas, es que no se entera usted, por eso a la plaza va una banda pequeña, una banda jibarizada, pigmea y heroica. En la inmensidad venteña, ese abismo alto y ancho por el que vuelan bandos de palomas y parece el Gran Cañón del Colorado esa banda pigmea toca entre toro y toro a todo lo que da como si quisiera llenar algún vacío cósmico. Al pobre paisano que ha pedido música le han dicho de todo. Si le escucha Sánchez pedir música, promete ponerle a las ventas un Deejay. Me he acordado mucho de los del Pacma y de Jorgejavier Vázquez. Tiene gracia y echas las cuentas, todos los que decían que se acababan los toros se están acabando ellos antes.