Hoy traigo las notas del 30 de mayo, hay tres jueves que relucen como el sol. Jueves Santo, Corpus Christi y el día en que Sánchez aprobó la amnistía para mantenerse en el poder.
En los pasillos del Congreso, a la entrada de sus amnistiosas señorías del Gobierno, los reporteros les preguntaban por cuál era su canción preferida de Taylor Swift. Responde Oscar Puente, Swiftie de Pucela y hay risotas. En sus fiestas, el íbero trenza la alegría y la muerte. O eso o es que Españita a veces se pone trágica y al mismo tiempo un poco chorra.
Las modas son cada vez más fugaces. Mira, yo hace dos días que conozco a Taylor Swfit y ya estoy harto de ella. Todo el mundo es el swiftie de alguien. Yo, de aquella jotera mayor que venía a cantarnos al Alhambra en San Fermín y Álvarito Navarrete decía que llevaba sujetadores de punta como Madonna. Lo más interesante de Swift es que que le gusta a mucha gente. Le gusta a mucha gente porque le gusta a mucha gente. El suyo es un éxito autoportante. Para mí, la Taylor es un huevo sin sal y ya pueden venir a matarme, que de aquí no me muevo.
Sánchez aprobó la amnistía sin asistir al debate porque tiene que poner sus partes políticas encima de la mesa en todo lo que hace. En la cubierta de este país a la deriva se ha posado el estadismo. Yo creo que estadista es el que se sacrifica por el país. No el que sacrifica al país por él, pero ya qué más da. El PSOE, que decía que la amnistía estaba mal, la aplaude en una euforia como de dar dos conciertos en el Bernabéu. Debiéramos darles las gracias. Te indultan a Puigdemont para seguir gobernando y te dicen que está lloviendo.
