Hoy traigo las notas del 23 de septiembre, audios de la declaración de Sánchez ante el juez peinado, besamanos en Suiza y pepinazos en Oriente Medio. El diputado socialista de la Asamblea de Madrid, Juan José Marcano confesó que “con lo bueno que está el presidente del Gobierno”, no le extraña que los del PP sientan “esta envidia tan asquerosa”.
La hermosura de ahora es más bien de Youtuber forrado, de hacer cien burpees, sixpack, tupper de pechugas de pollo, batido de proteínas, tatuaje y Lambo con facturas del alargamiento de pene en la guantera. Sánchez ante el juez peinado, guayabo en Speedo, italiano por la playa de Sorrento, pone encima de esta y otras mesas sus partes políticas que imagino depiladas.
Platón y Aristóteles, que no eran Santos Cerdán, creían que lo verdadero, lo bueno y lo bello eran valores cósmicos y objetivables. Menudos pringados. La belleza, sin verdad, es imposible. Un guapo sin clase es un titi, un machaca o uno de esos que se me sientan en las terrazas del verano con un pantalón cortísimo y un escote pectoral de vedette de los noventa.
No lo sé, pero dicen que el pedrisco que dicen está buenorro, un sanchismo como del Pornhub, que te empotra en los baños de la cúpula del Banco de España, el CGPJ, la Fiscalía y por supuesto el CIS que justifica los medios de esta ‘follacracia’.
Dicen mil quinientos estudios de la universidad estatal de Illinois que los guapos son de derechas. En todo caso, el sanchismo echa por tierra definitivamente el socialismo que estéticamente creció de entre las tagarninas del campo en una legitimidad estética de manos leñosas y chaquetas de pana cuya defensa ha heredado, alegremente, la derecha. Lo que le faltaba al PSOE eran los chulos de playa.