Traigo las notas del 17 de mayo, Bélgica no va a entregar a la justicia española al rapero Valtonyc, ni canta ni baila, ni puñetera falta que le hace. Pedía que fusilaran a la princesa de Asturias y meter a Cospedal en un zulo a cuarenta grados. Esos son letras y no lo de Chanel en Eurovisión.
El Gobierno ha aprobado el anteproyecto de la ley del aborto y venga lo del debate religioso. Dios manda no matarás, pero si a uno le caen 25 años por asesinato no parece una cosa de Dios. No entiendo el giro progresista del aborto. Si se trata de proteger al desprotegido qué más desprotegido que el feto. Hay que concienciar a los chavales con darle una oportunidad de sobrevivir al árbol del Amazonas, al cachorro de la perrera y el lagarto del incendio, pero no al hijo no nacido con síndrome de Down.
Yo vivía en el limbo de los plazos del aborto hasta que escuché el corazón de mi hija latiendo como un potro con ocho semanas y entendí que si se parase, también se pararía el mío. Desde ese día llevo buscando dónde está la frontera entre la vida y la vida y aún no la he encontrado. A ver si para hablar del aborto, hace falta no ser padre porque uno, claro, se llena de los cochinos prejuicios del amor y se vuelve tonto.
Resulta que una madre, que ha sido madre, para decirle a su hija que es más fuerte de lo que imagina, que con su edad él tampoco sabía que se podía querer tanto, que la vida duele y que la vida es privarse de cosas, pero que cambiaría todo lo que tiene por haberla conocido, que en lugar de perder su juventud, está ganando una vida. Qué va a saber una madre.