Traigo este cuaderno escrito para ti, viajero de primer viaje tras el Estado de Alarma. Te lo dedico a ti que ahora mismo cruzas en tu coche otros campos, otros montes, otros cielos, otros mares. A ti que atardeces sobre Despeñaperros, a ti hace tanto tiempo que no pasabas por aquí que todo se te hace nuevo y exótico y Jaén es el Serengueti con quitamiedos.
Yo te celebro, querido dominguero, después de este lunes eterno. Y así me alegra pensarte cruzando mi Españita más allá de las últimas estribaciones del desfiladero de Pancorbo. Te sueño, querido explorador de viejas rutinas y viejos caminos que hace tanto tiempo que no recorrías que hoy te parecen nuevos. Déjame ir contigo a la casa de la playa, al sitio donde cuando estaban las cosas feas, empadronaste el corazón, al lugar al que te prometiste aquellos días en que se acababa el mundo y tenías que hacer un esfuerzo para concebir el mañana, que de pronto es hoy. Quiero llenar tu maletero, quiero parar en la gasolinera y aspirar su perfume de petróleo y orín.
Quiero escuchar el viejo cedé y perder los nervios con tus niños cuando en un rato empiecen a dar por saco con ‘Papá cuándo llegamos’ que te suena a música celestial. Déjame observar en silencio tus ojos cuando vuelvan a ver el mar, cuando pases ante la casa en la que creciste, cuando te den tu mesa en el chiringuito, y cuando tengas enfrente a tu madre.
Hablan los periódicos de lo de Cataluña, de lo del Gobierno, de los atascos de los irresponsables. No les hagas ni caso. Sé feliz, viaja, vive.