Traigo apuntado que hoy Sánchez se piró de la cumbre para dar un mitin en San Sebastián. Le entiendo. Me vas a comparar estar en Bruselas viéndole el careto al presidente argentino o irte a Donosti a darle un abrazo a mi amigo Eneko Andueza y pasear por la Bahía de la Concha. Yo cruzaría Europa entera por coger en Gros una ola, por comerme un rape de Gambara, qué digo un rape de Gambara, por un champi del Tamboril yo volvería a Donosti desde Camberra.
De verdad te lo digo. En realidad quizás he exagerado un poco, mi dato ha sido inexacto. ¿Habré dicho toda la verdad? Feijóo se enredó con la subida de las pensiones y ahora, de pronto, los pedretes dicen que va a perder y la campaña de Sánchez gira en torno a la sinceridad. Se supone que pensando que Feijóo no es un tipo de fiar, la gente vaya a creer que Sánchez sí que lo es. Parece arriesgado.
A ver si poniendo el foco sobre la mentira de Feijóo sobre las pensiones la gente va a recordar las mentiras de Sánchez y lo del cambio de opinión que es la bomba H de la credibilidad. El populismo no pretende sustituir lo cierto por lo falso, sino que la noción de verdad se haga imposible.
Yo creo que un político se atrapa en una campaña cuando todas las carencias que recuerda de su oponente recuerdan sus propias carencias. Pero Sánchez ha lanzado el enésimo envite al destino. En la celebración de sus victorias, los romanos llevaban un tipo que les susurraba memento mori: “Recuerda que vas a morir”. Sánchez lleva un sujetador de cubatas.