El mejor es Iceta. Su ministerio gastará un millón de euros en mandar al extranjero a cien escritores con 10.000 euros durante dos meses. Sanchistas por el mundo, me sé una tasca en Barbate, un cabaret en París, una barra en Tel Aviv, un desierto de Namibia y un karaoke en Bakú y una gasolinera en Sheki en plena ruta de la seda que regentaba un tuerto que si le das bola te cuenta historias de camellos y te da vodka de beber y agarras una pajarraca importante.
El Gobierno busca el crecimiento personal del escritor, sobre todo por la parte del abdomen. Yo en el extranjero, con 10.000 euros en el bolsillo, no te escribo ni una sola línea.
Después de dar la vuelta al mundo, un mal escritor solo es un mal escritor viajado. Yo mismo navegué hasta el Dead Chest en el Canal de Drake y canté quince hombres bailan sobre el Cofre del muerto, pero me enteré que Stevenson escribió, "La Isla del tesoro", sin pasar por allí. Inventarse el mundo es la mejor manera de retratarlo. Cuando lo que cuenta una novela se parece mucho a la realidad, siempre termina pareciendo mentira. Alcántara escribió que para haber visto todo basta con mirar desde un balcón la luna y déjame que te cuente un secreto: de cerca, todos los hombres son el mismo.
Pocas cosas hay más lacerantes que un españolito fuera de casa. Mete un ruido horroroso. Y los precios, qué, y los bares cerrados a las diez de la noche. Como se vive en el sanchismo, no se vive en ninguna parte.
