Traigo que han prohibido las tabernas y el amor. Protestan los hosteleros y los enamorados. Van por ahí con los platos rotos y el corazón hecho unos zorros, respectivamente. Mi Españita liga menos que Borrel en Moscú, salvo el niño Darek que con 13 años se ha escapado de su casa en Cádiz y se ha ido a Madrid a conocer a una chica. Dime Darek si era guapa, si en en el espejo de la Caleta, que escribió Antonio que es plata quieta, te viste con ella tirándole migas a los patos del Retiro, llenos de pan y de anticuerpos.
El Poli Díaz robó un pato del retiro para que hubiera algo de comer en su casa una Nochebuena, y tú tomaste lo que la vida le debía, y así saliste de casa sin decir nada, con tus jeta, tu mochila, cruzando 17 legiuslaciones sanitarias como la flecha de oro con la que el ángel travieso te atravesó el corazón. Oh Darek, romeo de Socibús, séptimo cielo y parada en una gasolinera de Andújar, primer amor de tu vida. O segundo.
Darek estaba enamorado y Pablo Iglesias estaba en campaña cuando dudó de que España fuera una democracia plena. Marisú Montero, madre amantísima, lo perdona porque cree que no lo pensaba. Ojalá fuera una mentira. Podemos es el hijo díscolo del sanchismo. Cada vez que puede, Iglesias dibuja España poco menos que como una dictadura, pero ahora lo excusan porque el niño estaba en periodo electoral que es las Vegas. En campaña, el político miente y el resto del tiempo, no dice la verdad.
