Traigo que por Gabilondia van los alegres chicos de tezanos preguntando a quién va usted a votar y cuántas veces va uno a misa. Siguen llegando cartas. Si no te han mandado dos balas en este país es que no eres nadie. A Isabel Díaz Ayuso le han mandado otro sobre de balística epistolar. Iglesias compara las cartas de un tarado de El Escorial con las mujeres asesinadas. Iglesias es la gente, a ver por qué sus problemas son los de la gente: el paro juvenil, la esperanza de vida en algunos países subdesarrollados y la avería en el motor de la piscina del Galapagarato. Al lado de Iglesias, Mónica García ya parece Clara Campoamor.
Llueve sobre las trincheras, los carteros y el no sanchismo. Madrid se perfila en claroscuros, y se sucede en chaparrones y solaneras como si fuera de la risa al llanto. Las mismas cosas dan terror y ganas de reír. Corren las nubes por el cielo en una estampida de negros caballos. Qué buen mal tiempo que hace. Isabel de las tormentas ha dicho que vivir a la madrileña es poder cambiar de pareja sin encontrarte a tu ex. A mí, del cochino, hasta los andares y, de Madrid, hasta las difuntas. Hay un vips en Guzmán el Bueno en el que se dividían las mesas entre parejas de exnovios y enviados de un cartel de Colombia. El lema Socialismo o Tinder escandaliza mucho a la izquierda de natural tan solidaria, internacionalista y tan mojigata también, por qué no decirlo.
Ay, Mádrid, cuántas cosas dicen de ti: bomba vírica, orgía de franceses, ultraliberal, etílica, loca, racista, dumpinera, fascista y pilonera. Y ahora, encima, soltera.